Poema 411: La vida es poesía

La vida es poesía

Los hechos son menos relevantes que las consecuencias.

Sin los frenos de la experiencia

llega el desastre,

la vida comunicada por grafos invisibles

amplifica o desconcierta:

no vivo en un cenobio como desearía a veces.

Y sin embargo

la vida es poesía.

El rostro sonriente entre la multitud de vehículos

en el atasco,

un verso suelto en medio de la crispación

tensa mis músculos faciales

perturba la rigidez de mis pensamientos

reinicia la búsqueda positiva de vías de escape.

La desinhibición alegre es irracional:

durante generaciones he debido concentrarme

en la subsistencia;

ahora soy un iluminado en reposo,

todas mis artes detenidas,

llega hasta mí el maleficio evangélico

de quien no aprovecha sus talentos.

Cada día terminan por filtrarse en las filas racionales

los mensajes pesimistas del fin del mundo,

el cuanto peor mejor,

la rigidez estricta del análisis lingüístico.

Y otra vez sin embargo

la vida es poesía.

Poema 232: Cada día

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Cada día existe un tobogán en tu vida,

cada día te vuelves loco un rato,

alcanzas cimas vitales y te desesperas

por tu perra suerte que es la de siempre.

 

Naufragas en la imagen que recibes del espejo,

te emocionas cuando alguien te abraza,

dedicas medio día al mundo virtual,

acechas al tiempo para ver como estirarlo.

 

Cada día tienes un rato de lucidez:

miras la magnífica geometría de las nubes,

descubres una luz o un instante de silencio,

te emocionas con una canción antigua.

 

La coraza que te pones puede durar unas horas,

luego empieza a resquebrajarse,

te deja indefenso y vulnerable:

un solo recuerdo puede trastornarte.

 

Cada día llegas a dudar de todo,

a bosquejar el vórtice de tu vitalidad,

sopesas los hilos invisibles que te unen

a tu centro de gravedad permanente.

 

El juego de luces y espejos venecianos

te desampara o eleva, te derrota,

te hace fuerte y escéptico

para volver a sonreír a borbotones.

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Poema 199: Sol de enero

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El sol de enero es frío y agradecido,

como un cuerpo blanco,

como una edad en declive.

 

Caminas por un surco, hollando la tierra,

no te sales de él,

aguantas sin ver el final que conoces de sobra.

 

Tienes una sonrisa automática de protección,

quizás lo sabes desde siempre

pero ahora has comprendido su poder.

 

Pospones o desvirtúas:

la fuerza mental del medio siglo

te llevan al escepticismo y la sobriedad.

 

Vacío en medio de tu propio asombro,

infundada esperanza,

ascuas sin combustible, sin prisa para morir.

 

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Poema 100: Sensaciones

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Algunos detalles, imágenes, se introducen

con fuerza entre mis circunvoluciones cerebrales.

Ya no son las mismas,

las he reelaborado y mitificado,

he difuminado ciertos fragmentos y ensalzado otros.


Si buceo con intensidad en el recuerdo

aparecen ellas, las sensaciones,

la angustia del abandono o la soledad,

la alegría infinita del sol y el mar,

la libertad de pedalear en tierra extraña.


Ante esos recuerdos sonrío

o me encojo aún temeroso y mínimo,

el olor de la cebada en la era,

vagar desorientado por lugares conocidos,

el dolor intenso de una luxación.

 

La experiencia me dicta, en medio del recuerdo

inspirar profundamente y detener el tiempo,

registrar ese instante de plenitud,

ojos, cara, sonrisa, el viento cargado de aromas,

el último beso que le di a mi abuela.


Muerte, sudor, infinito cansancio en la media maratón,

la película mejicana en el cine una noche lejana,

un roce de labios, unas manos enlazadas,

el llanto de un niño recién nacido,

un viaje en tren tras un día espléndido.


Recuerdo una multitud especiada

en el zoco de fez, laberinto y mercado,

un juego de escondite infantil temblando

bajo un abrigo con la niña que te gustaba,

el ciervo de Font de Gaume que lame a su hembra herida.


Hierba recién cortada en un minifundio,

un río helado y los tojos que pinchan,

el fútbol en el cruceiro,

el mazazo del anuncio de la muerte,

mi hija llena de cables en una incubadora.


Podría evocar versos tristes y alegres noticias,

infancia y adolescencia,

la madurez magnífica o el dolor insoportable,

pero me quedo en la repetición constante

de mi sonrisa en el espejo cada mañana.

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