Poema 446: Llueve en la mañana de junio

Llueve en la mañana de junio

Llueve en la mañana de junio,

los heraldos destructores están llegando;

en apenas un mes

todo el poder se concentrará en el engaño

en mentiras aprovechadas,

en la ruina del pensamiento colectivo.

Vuelve la lógica del mentecato:

igualar a todos en la ignorancia,

sepultar las flores y la sutileza.

En los días infinitos cabe el solsticio,

crece la luna y alguna risa inesperada,

parece que no puedo detenerme

por miedo a que no me guste lo que veo.

Me cuesta mirar con intensidad poética,

me cuesta leer análisis políticos,

incluso en mis fuentes de información más cabales.

Cada uno construye su realidad

en forma de burbuja informativa;

ahora mismo estoy alejado de la masa,

por asepsia y por lógica, por prudencia.

Comprendo la pragmática económica

de los grupos privados mediáticos,

el ansia desmedida de capitalización pública,

el sistemático embeleco de mediocres

elevados a la fama por cualidades vulgares.

Nada nuevo en la cara vista de la Historia,

argucias, estrategias, imposiciones,

hoy más psicológicas que físicas.

Quizás existen inteligentes voces discordantes

a las que recurrir cuando el castillo de naipes

cae sin orden y sin culpabilidad aparente.

Todo es olvido y desmemoria,

destrucción y reconstrucción,

ciclos genéticos ascendentes pese a todo.

Poema 444: Los pinos míticos

Los pinos míticos

En medio del collado que protege el arroyo

de las embestidas furiosas del Duero

más allá de la Historia,

siluetean dos enormes pinos gemelos.

Inventé para ellos historias míticas,

ceremonias varias en tiempos inmemoriales,

anacronismos en el solsticio de verano.

La realidad es más hermosa que la ficción:

se enseñorean de un cultivo de cereal,

junto a una pradera de cañahejas y amapolas.

El sendero arranca incógnito

desde una pequeña cantera abandonada,

serpentea entre retamas y piornos,

ralentiza la bicicleta sobre cantos rodados,

para ascender al túmulo, ya loma o colina

observable desde cualquier punto del valle.

La sensación al estar allí es mágica:

me recupero del resuello ciclista,

fotografío las nubes azulinas de este día de junio,

respondo en mi smartphone, con paciencia,

a la miticidad alegórica de este lugar

recién establecida por mí.

Aspiro el fuerte olor de la cebada mojada

y sonrío para el selfie que acabo de realizar.

Toda la energía del lugar invade mi mente

y la puebla de espléndidos relatos fantásticos

aquellos con los que iluminaré, minutos después,

la tertulia generosa de mi amigo y sus hijos

compartiendo refresco y aceitunas.

Poema 388: Vértigo

Vértigo

Cada día es veloz en la suma de ideas,

esas que no reposan ni permanecen.

Se suceden las fechas marcadas en el calendario,

fastos, alegrías, reencuentros,

libres al fin de mascarillas y precauciones:

una Consagración de la Primavera sublime

pasó de largo en mi letargo,

una visita a un lugar mágico en el solsticio

apenas dejó un poso poético,

el fin de las rutinas matinales con los niños

no hizo mella en mis lágrimas no derramadas.

Todo pasa a una velocidad no deseada,

se acumulan fotografías y levedad,

apenas aparecen sueños que fijen la irrealidad,

y aunque las formas puedan mantenerse,

me siento como un defensa central que despeja

cuantos balones le llegan constantemente.

En medio de todo ese vértigo hay momentos estelares,

instantes en los que un detalle se elonga inesperadamente:

un olor, una luna, el vuelo de unas rapaces,

el dolor o la secuencia orquestada de sonidos,

un rostro, una frase en medio de la banalidad.

Todo suma y avanza en esta velocidad.

Confío en el poso y en el conjunto de percepciones,

en un resultado final que aún no vislumbro

tras la suma de esfuerzos de contención

en este renacer a la vida pasada y futura.

Poema 43: Se me ocurren palabras

       Se me ocurren palabrasNuevoDocumento 32_1

Se me ocurren palabras: exoesqueleto, trastienda,

celo, tatuaje, indecisión. Compulsión y ejercicio

y de repente sueño. Dormir, no querer despertar,

vagar por los territorios de la calma, de la ausencia

de prisa, languidecer a la sombra de un pino

mientras decides. Otras palabras: prédica, verbo,

aliado, encumbrar. Una nada que cobra sentido

con los datos, con las novedades, una lista de temas,

los más seguidos, utilizados, etiquetados, una tiranía

de la tecnología, minutos sumados a minutos

que resultan horas y días, y el terreno de juego se reduce

se estrechan las bandas, el regate se vuelve difícil,

cuando sales de él, te esperan aún tres centrales

corpulentos, tríada, divinidad, un beso te despierta

te absorbe y hace que tus engranajes secretos

chirríen antes de funcionar, de emitir su voz neutra,

tinieblas, una alegría en la contemplación de la mañana

sentado en un banco: hormigas que trepan,

destacan sobre los pantalones blancos, un hueso

de cereza picoteado por un mirlo cae del cielo.

Más palabras: dignidad, heroico, hélice, tetraedro.

Datos, miles de datos, control, seguimiento, anonimato,

eres tú el definido, más real que tú mismo, más centro

de la diana consumidora, el capital te apunta, te roza,

te embarga, te alimenta para su alimento,

mas de forma colateral, hierros y vías, la belleza

del óxido se recorta contra el cielo azul de primavera,

días fértiles, crecientes, entorno del solsticio,

un vídeo anuncia la visión espasmódica de Plutón

y sus lunas dentro de un mes, el fin de la era espacial

el sistema solar observado superficialmente, color

valles, accidentes, ni un atisbo de vida como concepto

humano, rocas, materiales fundibles, estercoleros

siderales. Entonces uno vuelve a la lógica infinitesimal

de un entorno mínimo, flexible, lugar de búsqueda personal,

cada imperceptible movimiento observado, sometido

a indicadores, amplificado; uno es él y sus microbios,

el sistema bacteriano que le proporciona sustento,

la voz es un añadido necesario, un apéndice

el centro de gravedad de un sistema azaroso de movimientos,

cada cual definidor y creador de su ética, plástica,

adaptable a toda circunstancia, asidero y justificación,

masa crítica observada y al tiempo destruida:

el movimiento de trayectorias con alguna probabilidad.

Otras palabras: noche, cucaracha, consuetudinario,

fetiche. Un cuaderno en el que se repiten los temas,

circulares, concéntricos, a veces con leves aproximaciones,

todo el saber al alcance de la mano, inquietudes, voracidad,

una sensibilidad especial para captar una puesta de sol,

una luna mínima reflejo de las miradas humanas.

Soy escriba-esclavo de técnicas cinematográficas,

una veloz aproximación de la cámara, raíles,

la mirada atraviesa la superficie y halla un mundo

de linfocitos y defensas, una tupida red de glóbulos,

una masa resistente, sobre cuya piel se muestra

la belleza de la estructura interna o su declive irremediable.

Cientos de libros y entonces surgen ya definitivas,

voces, recuerdos, una azotea del hotel Castro en Heraklion,

el deseo cada vez que levanto la vista de las Flores

del año mil y pico, el perfil de una puesta de sol marítima

en tanto que me busco entre unas ruinas reconstruidas

de las que ignoro casi todo: imagino un minotauro y no sé

qué hago allí, en medio de tanta belleza sin poder amasarla,

informarla entre mis manos, sin palabras y sin ancestros poéticos.

Todo el camino es ya una ocurrencia de palabras,

la realidad aparente se conforma con descripciones y voces,

estados de ánimo, apoyos y entregas a veces torpes,

veleidades más tarde reconstruidas, errores y vergüenza,

mas siempre ascendiendo, firme e irreductible,

inmaculado perfil, dueño de cierta belleza, encumbrado

entre contradicciones y contrasentidos, mundos del revés,

la letra de una canción antigua en otro idioma,

subido en tu bicicleta morada rodeado de mies en sazón,

o el juego visual de los aspersores recortados sobre el sol poniente.

El candor juvenil, la inocencia de la madurez, cierta

crítica teórica: te encoges y te ensanchas, te haces invisible

o te elevas sobre el tumulto para pronunciar un concepto

ineludible, guiado, salvado, encumbrado, amansado,

pero sin sujeción, con toda la libertad preservada y aplaudida,

junio del quince, se me ocurren palabras.

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