Poema 355: Las texturas del cielo y las grúas

Las texturas del cielo y las grúas

Las texturas del cielo y las grúas

esconden el poco campo que veía día tras día,

cuando estuvimos confinados.

La bondad a veces está tan lejos

como la belleza.

La fórmula de la ecuación de grado tres

con elegantes cambios de variable

es una pequeña maravilla de Cardano y Tartaglia

a la que vuelvo cada veinte años.

El algoritmo anunció hace días que iba a llover,

cosa que no ocurrió.

Pasea una pareja casi sin hablar,

no hay risas y las cabezas apagadas miran al suelo.

Les importará un carajo Galois o Abel,

la escasa vida de que disfrutaron,

el monumental legado de sus mentes polinómicas.

Observo pasar patinetes eléctricos por el carril bici

como en una escena distópica de Blade Runner:

velocidad e impersonalidad, y silencio.

Las ecuaciones han cambiado el desplazamiento

y la aceleración,

ahora todo es tocar una pantalla y acceder al conocimiento

aunque también al pánico irracional

desatado por mediocres periodistas.

La niebla cálida produce una visión mágica del puente,

es el contacto con la realidad resbaladiza.

Poema 298: Los ejecutivos viajan en moto

Los ejecutivos viajan en moto

Los ejecutivos viajan en moto

a la conquista del espacio urbano.

Tengo una imagen efímera de mí mismo

tomando un verdejo

en la terraza de una calle peatonal.

Otro recuerdo del último día

en que compré un libro.

Solo una mujer puede fotografiar

mujeres desnudas (aunque sean fotos estupendas)

(aunque posen seriamente, sin erotismo aparente).

Las mujeres hermosas se abrigan y ocultan

su sonrisa bajo la mascarilla.

Nunca observé tantas frentes eróticas.

Patinetes eléctricos circulan

cuál saetas que cortan el aire frío de noviembre.

La normalidad soy yo.

Al atravesar el río recordé el poema titulado:

Debería pasar cada día por aquí.

Era otro río y otra estación, pero el flujo de la corriente

y estar suspendido en medio del cauce asociaron las ideas.

Los adictos a la barra del bar sostienen vasos con café

en una mano,

despojan al cigarrillo de su esplendor con la otra.

El mundo nuevo se sustenta en una catedral de luces navideñas,

en aproximarte de nuevo al pequeño comercio.

Un libro nuevo en mis manos es el tesoro de mi sonrisa.