Poema 364: Los pájaros invisibles

Los pájaros invisibles

Los pájaros son invisibles en la ciudad,

si acaso al atardecer en la plaza de los ciegos

revolotean inquietos buscando acomodo.

La bandada de estorninos es casi invisible

en esos eternos minutos que dura el crepúsculo.

Las tardes crecientes de febrero son muy hermosas,

hacen pedalear al ciclista observándolo todo

con ojos de halcón.

Aún con lágrimas en los ojos

recuerdas el minuto de silencio.

El flujo de conciencia trae al verso, un lucero

un dolor y un insomnio.

Leíste unas doscientas páginas del Ulises

y ahí lo tienes abandonado con su marca páginas.

Continúa el dolor y también las incógnitas,

dónde, cómo, por qué.

Me han llamado ingenuo por tercera vez

como si no conociera la maldad de los hombres

o sus perturbaciones y trastornos.

Aunque haya psicópatas sueltos

la vida está llena de gente generosa

y a veces lo más sencillo explica asuntos complicados.

Los pájaros también fueron invisibles en el campo.