Píldoras de la felicidad
No puedo levantar mucho la vista,
ni sacar la mirada poética a pasear,
las prisas y el agobio de la mala vida cotidiana
me adhieren al suelo sucio de la ciudad.
Cuando al fin puedo hacerlo veo pájaros,
urracas sobreviviendo a su extraña multiplicidad,
aves migratorias en la curva del río,
bandadas de palomas alimentándose en un sembrado.
Otras veces es la luna tras un inmueble
que se asoma en una noche de nubes y llovizna,
o las escasas hojas aleatorias de un plátano
que resisten al viento, la lluvia y las heladas.
Soy una combinación de imágenes procesadas
por mi estado mental, hormonas, noticias, autoestima,
la lectura predominante en esos días,
una suma ponderada de miles de asuntos minúsculos.
La alienación y los límites vitales soplan en contra,
no hay aún un cortavientos eficaz,
ni la técnica psicológica suficientemente potente
para enfrentarse al vacío existencial cotidiano.
¿Qué nos sostiene o sustenta cada día?
¿Qué mecanismos nos producen picos de alegría?
¿Cuándo podemos afirmar que somos un poco felices?
¿Qué corriente nos transporta hacia el bienestar?
La búsqueda matemática de todos los datos,
el descubrimiento de píldoras de vitalidad
más allá del azar o del ensayo y error actuales
será quizás uno de los mercados futuros de la humanidad.
