Poema 678: El tiempo del unicornio

El tiempo del unicornio

El tiempo del unicornio trae la lluvia

momentos de máxima alerta

un recordatorio de ardor guerrero

preocupaciones inútiles antes del sosiego.

Multitarea repartida sin piedad

en días enfebrecidos de Navidad latente,

capitalismo desatado, noticias tremendas

de abusadores machistas impunes.

Toda la atención enfocada en etéreas noticias

víctimas y consumidores del vértigo

de editoriales cargados de epítetos

de la prisa vital por alcanzar el absoluto.

La belleza del invierno que amanece

es gris, llena de niebla y de siluetas,

es un tiempo de imaginación y memoria,

reminiscencias de un pasado de laúdes

de cánticos desafinados en una cocina

en la que chisporroteaba la lumbre materna.

El tiempo vuela y la memoria se renueva

en aras de esa cierta resiliencia mítica

cuando las siluetas se difuminan

y uno explota de alegría efímera y exultante.

Poema 483: El sendero de la costa

El sendero de la costa

El sendero serpentea entre tojos y zarzas,

conecta playas y bordea fincas abandonadas,

sigue la orografía de la costa como un fractal

y multiplica las distancias aparentes.

El tránsito por esos lugares tan bellos

simula una metáfora de la vida:

serpentear sin un fin aparente, avanzar

pendiente de las rocas y las raíces,

sentirse un dios en las cumbres,

descubrir playas incógnitas y simas intransitables,

desfallecer y seguir caminando.

La luz del cielo, tan cambiante, hace verdear el mar,

o lo envuelve en una bruma que anuncia lluvia:

desearía vivir en aquella antigua mansión enorme,

pero también en la exigua torre moderna;

de pronto, empapado, me digo que este clima es cruel

al igual que pensaba la semana pasada

bajo la niebla persistente de Castilla.

El fulgor está dentro de cada uno de nosotros,

está en un verso que me ha conmocionado,

en la voz de esa cantante que me obsesiona,

o en ese recodo del sendero que se abre a la luz marina,

a una nada infinita mecida por el ruido constante de las olas.

Regreso por otros caminos más seguros,

mitificando cada paso que di entre el barro,

creando un mapa mental que pronto olvidaré

entre el ruido obsceno de la ciudad y las urgencias laborales.

El atardecer se eterniza como si me tuviera cautivo,

me urge a volver a las minuciosas rutinas innobles,

al calor de un hogar tejido en estos cuatro días.

Poema 98: Vagabundeo hogareño

Vagabundeo hogareño

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Das vueltas por la casa sin hacer nada,

lees un artículo, miras el móvil,

inconsecuencias y tonterías

vanas ocurrencias, una imagen

para el consumo rápido.


Observas tus lugares: libros, un mueble,

unas fotos o un cuadro,

la casita de muñecas que construiste

pacientemente en tu juventud,

todo en lo que posas la mirada

te proporciona una cierta seguridad.


Eres libre de considerar el tiempo discontinuo

por muy errado que estés.

Placer o dolor al caminar

te detienes a leer un poema

o a jugar a las cartas con el niño.


Apocalipsis, yugos, errático vagabundeo.

Tu sombra en un espejo plano

evidencia tu edad o tu disgusto

o enciende la luz en tus ojos

en ironía continua impagable.

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