Poema 395: Las nubes en el cañón

Las nubes en el cañón

Tumbado en el cañón horadado por el agua,

tras el baño en la poza helada,

absorbo con presteza la energía de la piedra,

me lleno de su calor.

Las nubes del cielo bailan un vals lento,

no puedo dejar de mirarlas:

descubro formas de animales, de países,

fantasmas, ataques, mordiscos.

De repente me pregunto:

¿de dónde sale mi imaginación?

¿Qué soy capaz de vislumbrar?

Entiendo mis limitaciones sobre las formas,

estas cambian al ritmo que mi cerebro adivina,

como si estuviera estipulada la velocidad.

El vals lento semeja al de los cuerpos que se juntan,

nubes amorosas hacia otras nubes,

todas de riguroso blanco inmaculado,

se acercan y se alejan, desvaneciéndose con ceremonia.

Un dragón humeante ataca una oveja,

el mapa de la península se convierte en un fiordo,

siento algo de felicidad en la contemplación,

algo tan sencillo y al tiempo tan espectacular.

Una corona o un continente, busco y encuentro,

cada imagen es contrastada con una base de datos

alojada en mi cerebro después de tantos años;

reconozco la presteza mental en ese instante.

Siento el placer del sol, el ruido uniforme del agua

que desciende en cascadas entre las grandes piedras,

la luz, la brisa, el azul tras las nubes blanquísimas,

ese bienestar profundo lo asimilo a la felicidad.

Poema 166: Sintaxis

Sintaxismathonym (4)

Despiertas pensando en sintaxis,

en formas, creaciones, clasificaciones,

en la descomposición o unidad

atendiendo a ciertas reglas sutiles.

 

La taxonomía no te atrae,

te dispersa o aburre, monótono instante

en el que cierras tu mente al paralelismo

natural con la lógica matemática.

 

Te abandonas a la sensualidad de un pasaje,

a ciertas formas de erotismo desconocido:

en medio de descripciones subcutáneas

hallas un nexo de capilaridad voluptuosa.

 

La marea de gente enardecida

o el olor del incienso o el ritmo de los tambores

o la imagen hierática, cárdena, muerta,

filas y filas de cofrades en procesión turística.

 

Collage, pinceladas de color,

tú eres el responsable del énfasis

o de la ausencia de sustancia para el lector,

difuminas o ensalzas o relegas o enfocas.

 

El ejercicio puede ser virtuoso o simple,

aleatorio o cuidadosamente compuesto,

el resultado será el mismo para la mayoría,

tan solo algunos eruditos o sensibles lo apreciarán.

 

Mi azul del cielo no es igual que el azul de abril,

ni que el azul que tú lees o en el que piensas,

azul es una persona fría o un amanecer brumoso,

pero no el río de aguas turbias removidas por la lluvia.

 

Caminas y piensas, o piensas y caminas,

jerarquía de ideas que te sueñan en la noche,

o que se alternan en tu vigilia para metamorfosearte,

para conformar una salida a tus obsesiones.

 

Minimalismo, la pincelada recortada y pulida,

toda la exuberancia y la formalidad y el ornato

reducidos a una simplicidad léxica y sonora,

búsqueda de un color o una sensación en la palabra.

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