
La vida es poesía
Los hechos son menos relevantes que las consecuencias.
Sin los frenos de la experiencia
llega el desastre,
la vida comunicada por grafos invisibles
amplifica o desconcierta:
no vivo en un cenobio como desearía a veces.
Y sin embargo
la vida es poesía.
El rostro sonriente entre la multitud de vehículos
en el atasco,
un verso suelto en medio de la crispación
tensa mis músculos faciales
perturba la rigidez de mis pensamientos
reinicia la búsqueda positiva de vías de escape.
La desinhibición alegre es irracional:
durante generaciones he debido concentrarme
en la subsistencia;
ahora soy un iluminado en reposo,
todas mis artes detenidas,
llega hasta mí el maleficio evangélico
de quien no aprovecha sus talentos.
Cada día terminan por filtrarse en las filas racionales
los mensajes pesimistas del fin del mundo,
el cuanto peor mejor,
la rigidez estricta del análisis lingüístico.
Y otra vez sin embargo
la vida es poesía.


