En la corriente

Busco sin prisa colocarme en la corriente,
la protección social, vital y de pensamiento,
el camino que debes seguir:
todo el mundo te sabe allí, nadie se inquieta.
Nada esperes, subsúmete, vegetal
de hoja amplia capaz de captar la brisa de la mañana;
en la velocidad se diluye tu ánimo oscuro,
toda tu atención pendiente de pequeñas oscilaciones.
Aquiescencia, el camino sencillo para no fluctuar,
asientes, corroboras, te rebelas en intrascendencias,
desgastas tu cuerpo y tu mente por el rozamiento,
cómodo, te diriges al abismo que siempre percibes lejano.
Un brillo de luna, una iridiscencia,
un cambio de temperatura, el embobamiento
de una sonrisa paralela que te atrapa y enceguece,
o la corriente central preeminente, te colman.
Solo aprecias la corriente desde otra corriente,
la que te llevará, tal vez, si consigues salir de la tuya,
todas confluyentes, algunas menos atestadas,
más lentas o de agua más cálida.
Diagonales o espirales o toda la geometría
que eres capaz de imaginar, todas derivan y convergen,
se concentran y te absorben cuando tu energía
disminuye y entonces de nada sirve tu experiencia.





