Poema 117: En la corriente

En la corriente

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Busco sin prisa colocarme en la corriente,

la protección social, vital y de pensamiento,

el camino que debes seguir:

todo el mundo te sabe allí, nadie se inquieta.

 

Nada esperes, subsúmete, vegetal

de hoja amplia capaz de captar la brisa de la mañana;

en la velocidad se diluye tu ánimo oscuro,

toda tu atención pendiente de pequeñas oscilaciones.

 

Aquiescencia, el camino sencillo para no fluctuar,

asientes, corroboras, te rebelas en intrascendencias,

desgastas tu cuerpo y tu mente por el rozamiento,

cómodo, te diriges al abismo que siempre percibes lejano.

 

Un brillo de luna, una iridiscencia,

un cambio de temperatura, el embobamiento

de una sonrisa paralela que te atrapa y enceguece,

o la corriente central preeminente, te colman.

 

Solo aprecias la corriente desde otra corriente,

la que te llevará, tal vez, si consigues salir de la tuya,

todas confluyentes, algunas menos atestadas,

más lentas o de agua más cálida.

 

Diagonales o espirales o toda la geometría

que eres capaz de imaginar, todas derivan y convergen,

se concentran y te absorben cuando tu energía

disminuye y entonces de nada sirve tu experiencia.

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Poema 116: Historia de una foto

   Historia de una foto

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Tengo todos los datos: la imagen,

el lugar y la circunstancia,

la belleza, el fondo desenfocado,

carnalidad tras un día de efigies en piedra.

 

Plaza Mayor de Salamanca,

terraza universal, hormigueo

de gentes que transitan y admiran

el encanto uniforme de los cuatro costados.

 

Dos mesas más allá, inmaculada y soberana,

hombros descubiertos,

músculo deltoides de perfecta curvatura

elongado hasta medio brazo.

 

Vaqueros y top blanco,

impolutas zapatillas níveas,

cabello largo, castaño y sedoso,

un perro pequeño y leonino en su regazo.

 

Se acaricia un hombro con suavidad

extrema, uñas rojas, sensualidad

al acercar la infusión a sus labios;

el libro yace aún abandonado en la mesa.

 

Admiro su soledad en la tarde soleada,

contrasta con el movimiento y la cháchara,

el bullicio chillón de turistas,

el sonido de copas, brebajes y cristales.

 

Toda mi curiosidad se concentra en el libro:

lo abre discretamente,

es antiguo, sus manos lo reconocen

como a un amante olvidado.

 

Disimuladamente disparo a las fachadas,

luego un solo disparo creativo:

desenfoco fondo y márgenes;

¡Eureka! Título y sensualidad de las manos.

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Poema 115: Descenso

Descenso

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Durante el descenso, los robles

tienen formas grotescas, siluetas

terroríficas, decenas de brazos desnudos

que tratan de abrazarte.

 

Representan la oscuridad

frente a la luz poderosa del sol

que refulge abajo, en el valle del Ambroz,

en un pantano de ramas brillantes.

 

El embalse de Gabriel y Galán

es un fractal luminoso,

aparece en cada curva a la izquierda,

aparenta una vastedad infinita.

 

El roble terrible, rima en asonancia

con los canchales dejados por la nieve

en la cima verdosa de la montaña,

es el gigante vanidoso de los cuentos infantiles.

 

Varias sierpes después, la carretera

muestra los brotes incipientes en los castaños,

la primavera pujante, la savia

emergente sobre la rigurosidad montana.

 

La luz se filtra entre las ramas,

deslumbra al conductor, le desorienta,

es un ácido lisérgico actuando sobre su mente,

una lámpara poliédrica de discoteca.

 

La llegada a las huertas y las fuentes

serena el ánimo, devuelve la confianza,

lejos los terraplenes y la vista del fin del mundo,

los demonios petrificados de la cima.

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Poema 114: Imagen

            Imagen

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En los versos inaprehensibles

veo rostros, la intimidad del vate,

la lucha entre privacidad y expresión,

el valor de una imagen instantánea.

 

No es fácil asociar la voz o la palabra

al rapsoda, el folio limpio o el cuaderno

de tapas negras con cuidada caligrafía,

o la memoria profunda tan agradecida.

 

Hay prosodia y ritmo, hay grito y penumbra

cuando el sol se esconde,

hay seriedad y prosopopeya,

o la alegría de una sonrisa impostada.

 

En las voces y en el cuadro mágico

sobre el ángulo en punto de fuga

de la ilustre plaza, flota la vida condensada,

la flor y el verbo, la metáfora excelsa.

 

En la atmósfera creada, cada uno es él

y la imagen concebida en las mentes

de cuantos se acercan, es el color oscuro

o los botines rojos relumbrantes.

 

Ovaciones, sucesión de poetas,

recitadores subsumidos en el grupo,

incógnitos en la abrumadora miscelánea

de luz de una mañana de primavera.

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