Poema 673: Danza Volandera

Danza Volandera

La danza que provoca el viento en las hojas

nos conduce irreversiblemente al invierno.

El sol de San Andrés tras la lluvia de ayer

es un trampantojo, un falso decorado

en un mundo que asume la esclavitud:

omnipotencia de la riqueza sobre las personas.

Las conversaciones durante la celebración

del falso santón matemático Bourbaki

aún colean en la mente de los verbeneros:

efervescencia juvenil en las aulas,

jornadas eternas de trabajo incipiente,

el lenguaje reestructurador de cerebros

o recuerdos de un viaje remoto y dudoso.

La noche es patrimonio de los patines eléctricos,

la juventud marginal cambiando el rumbo,

la fuerza inveterada de los aspirantes al trono,

capaz de reorientar gobiernos empero no poderes.

El mismo viento volandero revuelve las nubes,

las condena a un infierno de colores en el ocaso,

un horizonte que atrapa la vista y te engulle.

Poema 657: La feria de las ilusiones

La feria de las ilusiones

Amaneces corriendo para acceder a la rutina,

un trote pausado por el pinar

conversando con un pasado lleno de anécdotas,

polvo septembrino, cargado de libertad veraniega.

–¿Y tú qué ilusión tienes? –, me preguntó.

La máquina cerebral comenzó a bucear

en bases de datos olvidadas, en la penumbra

de un recordar mustio y desentrenado.

Mis ilusiones de hoy se ausentarán mañana,

un viaje, una ópera, una cierta continuidad lozana,

un ruido mediático descendente,

el fin de conflictos que no son del todo ajenos,

una risa relajada probablemente efímera,

una feria oscilante de ideas mutantes.

La ilusión del recuerdo activo, de la narración,

la austeridad y sobriedad de las múltiples vivencias,

esa mirada poética que transforma lo ordinario

en una suma de minúsculos milagros coloreables,

un encuadre inesperado y burlón,

convierten cada día en aventuras acotadas fortuitas.

La experiencia dice que si resistes aparece esa llama

vibrante que ilumina el estado mate de tus ojos,

crea circuitos neuronales de alta tensión,

te sorprende en tu minimalismo lírico,

aporta hilos convenientes o proyectos prometedores.

La feria de las ilusiones viene y va oscilante,

a veces extenuada y otras presa de incipiente euforia

moldeando expectativas y costumbres,

enseñoreándose de cada uno de mis pensamientos.

Poema 454: Todas las vivencias

Todas las vivencias

Todas las vivencias se mezclan

en una nube que presiona el embudo

de las sensaciones, recuerdos, olvidos.

Ya no escribo por una imagen, foto,

detalle observado en el paseo anodino:

hay un momento en el que afino palabras,

ideas, sorpresas comunicativas,

un enfoque total de los sentidos.

Resulta un poema descriptivo,

flujo de conciencia, suma de detalles,

elevarse un instante del peso corporal

para hacer una toma en picado.

Así el miedo en el ascenso de caracol

por una escalera exterior altísima,

o las luces rojas incógnitas en la anarquía

en una noche de exploración de límites,

son hilos futuros de una aleación fuerte.

Tras la vorágine cognitiva y deductiva del viaje,

amanecen días de estabilización y calma,

instantes furtivos de ojos inquietos,

conversaciones, y el pulso narrativo

fijado aquí y allá entre un café y una cerveza.

Aprendo a contar sucintamente

dependiendo del interés, –normalmente escaso–,

del interlocutor.

Las luces se encienden en relación con los rostros

o se difuminan tras un elevado cacareo,

efecto de recencia que eleva el poema

para que se pierda entre las estrellas de la noche.

La conversación poética posee medida cero,

algo que conozco desde siempre:

preciosas singularidades perdidas entre el gentío,

la montaña rusa de la motivación,

el pálpito alegre de una mañana inspirada

o los minutos robados a la vista,

desde las ruinas taumatúrgicas, –vello de punta–,

de una fortaleza árabe enorme.

El placer de contar y ser escuchado,

la maleabilidad de las sensaciones

dejan un peso gravitatorio de lento metabolismo.

Los viajes narrados al desgaire.