
Hay demasiada luz en el pedalear poético
Hay demasiada luz en ese pedalear poético,
campos rebosantes, agua
el espectáculo de la velocidad apropiada.
Se divisan manchas rojas aquí y allá,
amapolas adueñándose de un terreno baldío
o de una cuneta libre de glifosato.
La extensión rojiverde en el acceso al centro comercial
se ha convertido en atracción turística instagramera.
El caudal de agua del canal rima en asonante creciente
con los días previos al solsticio
en coyuntura prebélica de asesinatos selectivos.
El antihéroe inductor de tal desorden
huye precipitadamente de las instituciones,
aumenta sus réditos bursátiles con anuncios ridículos,
promete resolver lacónicamente los conflictos que alienta.
Esa clarividencia matinal amanece rodando
por canales y vías anónimas,
puentes clausurados preventivamente,
lugares privilegiados de observación deforestadora
de extracción de áridos en circuito cerrado,
de un continuo de camiones voladores inmunes.
Esa clarividencia es productiva e intensiva,
permite hollar caminos mentales obstruidos,
se llena de alegría en el trino matutino de las aves
o en el correteo alegre de un corzo en el camino.
La luz abre la puerta del pensamiento político
aplaude la valentía y el statu quo gobernante,
devuelve la auto esperanza al ingenuo oráculo ciclista.
