
Iglesia de Vik
Esencia simple de líneas rectas,
emblemático lugar a media altura,
observable desde el mar y la montaña
blanco y rojo primarios,
alrededor la nada nívea y el frío norteño.
Contrasta la plataforma con los pastos desiertos,
el flujo incesante de fotógrafos,
la lluvia o la nieve en ventiscas directas
parecen rebotar en su campo magnético.
La iglesia es un icono arquitectónico,
atrapa la mirada a la salida del único supermercado
en muchos kilómetros a la redonda.
Diríase un edificio de un dibujo animado,
quizás una iglesia en los Alpes de Heidi.
Hay una magia probablemente ancestral en el lugar,
la sensación de belleza de proporciones,
el modelo con el que se erigirían decenas de templos.
Impresiona la austeridad, el enclave perfecto,
la luz, el sonido del viento y del Atlántico Norte.
El rojo vivo de la cubierta y la torre atrapa la mirada
cual tela de araña pacientemente tejida
para atrapar al incauto turista y colonizar su mente.
El icono visual trasciende su significado místico
y lo eleva al altar turístico de la devoción viajera.
