
Nunca es suficiente
No me he fijado en las flores, ni en nada nuevo
he contemplado el mar desde dónde lo hice una vez
entre juncos y plantas resistentes a la duna
he buscado los recuerdos, no descubrir matices
o hallar nueva belleza.
A veces la vida que he vivido me empuja
a revivir momentos, a revisitar lugares y personas:
ha pasado el tiempo y he olvidado,
a veces rememoro imaginando aquella escena
cómo era entonces, qué tribulaciones o presagios
me acompañaban cuando pisaba la orilla del mar.
Hay niebla y busco en ella poemas antiguos
sensaciones de capa y espada,
el tono gris bajo la cúpula del filtro tan pucelano,
achaco la falta de intensidad al poco dormir
o al agotamiento de tantas pequeñas cosas,
a la responsabilidad que no me abandona.
Mantengo un perfil plano y suave,
lecturas discretas y leves, un poema aquí, otro allá,
complacencia en lo que escribo:
no molestar ni incidir, no perturbar a nadie.
Poemas de repetición, fotos ya vistas,
la cantidad de cosas que suceden cuando nada sucede,
el listado delator de preocupaciones y ocupaciones
nunca es suficiente, nunca suficiente.





Días, horas, minutos y segundos,





