El mundo después de estos días
Lo que estaba muerto estará vivo y verde
cuando salgamos al campo,
algunas flores ya se habrán desbaratado,
ríos que se han desbordado
siluetas que ya no recordamos.
Las drogas que nos sustentan cada día,
oxígeno, engaños mentales con forma humana,
ángeles olvidados desde hace eones,
píldoras amorosas como gotas de lluvia,
ahora ya no son necesarias en el retiro.
Sumergirse en una historia, serie, película,
libro, narración oral o vínculo de Youtube,
un olvidar el presente y sus consecuencias,
no anticipar, ni sopesar, ni presuponer,
es la única forma de salir del círculo vicioso.
No habrá apoteosis, ni vivas, ni alegría desbordada,
seremos predicadores de Twitter,
o ínsulas táctiles en medio de una masa ingente
de personas desbordadas y egoístas,
antes de ser arrastrados por los ríos antiguos.
A lo sumo quedará un poema, el recuerdo
filtrado de las semanas confinados, las cervezas,
las partidas de ping-pong en la mesa de la cocina,
todas las borrascas que dejaron un mapa
en medio de tu cabeza inhabitable esos días.
El tiempo en el que te lamentarás
de solo haber leído tres libros extraños,
de haber publicado una docena de poemas,
cuando el tiempo muerto se abría en esplendor
solo para ti, gran falacia de egoísmo profético incumplido.
Comprimidos poéticos, música de la Filarmónica de Berlín,
algunos retazos entrevistos de ópera,
subir escaleras corriendo para obtener
las necesarias sustancias neuronales de alegría,
todos esos gestos condensados en un aplauso al atardecer,
han conseguido mantenerte con vida cada día.
