Poema 631: Gaza, fin del mundo

Gaza, fin del mundo

Dice en la radio Mikel que el objetivo no es la franja de Gaza,

–señuelo, cortina de humo con decenas de miles de muertos–

sino la Samaria cisjordana roída día a día por los colonos.

Mirar para otro lado,

como si el sufrimiento ajeno fuese a desvanecerse con no mirarlo.

Palestina, el avispero del mundo escribí en dos mil veintitrés.

Es el gran agujero occidental ochenta años después.

No puedo ver tanta destrucción, muerte, desolación, injusticia.

Ese Estado quedará marcado por siglos como genocida.

No basta imaginar, ni descartar con desagrado las imágenes,

no basta odiar al vengador impune de actos abominables

ni celebrar las sentencias de la Corte Penal Internacional.

No basta imaginar la reconstrucción, ni el triunfo silente de la Historia,

hay que enfocar, mirar cara a cara la muerte de quince mil niños,

la destrucción total de hospitales y el asedio medieval por hambre.

La tecnología y el capitalismo muestran su horripilante cara buena:

escombros, polvo, carestía, desnutrición infantil,

humanos que convierten a otros humanos en animales conmutativamente,

vigilantes mercenarios que ametrallan el desorden caritativo.

El horror, la noticia que decae por el hastío bulímico del espectador,

por la persecución sistemática de la denuncia,

por el cierre, muro, alambrada, escudo protector del integrista.

No hay cinematografía, solo banalidad malvada,

un engranaje sistemático de destrucción aséptica y estadística:

¿cuántos muertos al día son tolerables para un espectador?

Poema 448: Rebelión

Rebelión

No parece la misma materia,

ni la misma vida.

Corre otra sangre más atrevida,

agresiva, palabras que destilan odio,

amenaza a una cámara que podría matarlo.

Cuando disparas, puedes ser alcanzado,

y sin embargo no me creo nada,

pequeños vídeos caseros, información sesgada,

minúsculas perlas controladas

que se abren y esparcen su esencia

como si fuera un videojuego o una simulación.

La vida de los soldados hiperequipados

es solo un trasunto de película,

una construcción mental.

La poesía alcanza suavemente las cabezas,

cual pluma que se balancea

en un descenso gravitatorio inesperado.

Drones, y amigos y enemigos cambiantes:

nadie está a salvo,

los supervivientes son producto del azar.

La selección natural elimina a los agresivos

o los enreda y dispersa.

Tras las explosiones lejanas en apariencia,

se inicia la música, una canción

cuya letra se adaptará al lugar y la circunstancia.

El campo de batalla es una pantalla

y la desinformación apenas interesa a nadie,

conscientes de que nada nos llega gratuitamente.

Elijo nadar en la piscina y cocinar unos muslos de pollo,

a la espera de ver quien filtra las mejores noticias,

las más terribles o las más increíbles.

El periodista-guionista se afana en acceder

al núcleo límbico del pensamiento medio del espectador.

Guerras de pacotilla,

luces que son hogueras de San Juan.