
La niebla es un estado mental
La niebla es un estado mental
presupone el mes de noviembre,
un déficit de luz que encapsula
el entorno y el contorno percibidos,
quietud sonora húmeda y eléctrica
dispersión de luminarias en la bóveda
personal, ampliamente labrada.
Llega con retraso en su endemismo
en el Vallis Oletum,
perturba o emociona a los nativos,
proyecta un frío relente óseo,
establece una cierta identidad pucelana.
Conducir bajo la música de Malher,
–quizás la Canción de la Tierra con barítono–,
inyecta el paisaje difuso en el pensamiento,
difumina la banalidad periférica
en aras de una construcción intrínseca fuerte.
La imaginación viaja en el tiempo
hacia el machismo donjuanesco de espadas,
capas, bravuconerías hueras,
la banalidad rimada de la existencia viril,
un mundo ya indeseado por mi mirada,
cénit de la desigualdad entre mujeres y hombres,
esencia del arcaísmo patriarcal.
El otoño se ha vestido de noviembre
en recuerdos trenzados con jirones de niebla.


