
Frío impostado
La tercera o cuarta noticia del día es el frío,
frío castellano, seco, intenso, intrínseco,
aprovechado secularmente para curar embutidos,
para cocinar el puchero en la lumbre.
Las agencias de noticias priman la esperanza,
la noticia que nunca llega:
la tregua parcial de los bombardeos sionistas
en el avispero del mundo.
El frío hace abrir nuevos albergues a orillas del Nervión,
estira las vidas miserables de los sintecho,
una buena noticia entre decenas de rencillas políticas,
discursos miserables, papanatas de la demagogia.
El frío mediático es más intenso que el real,
propicia ropa térmica, capas y capas de textil
y un apalancarse en el sofá, bien calefactado.
La escarcha en los tejados
tiene el mismo color que la luna diurna,
la escasa intensidad de un saludo de ascensor.
Se congela la ropa tendida en el canal
ávida del sol de la mañana,
colocada ahí solo para el disfrute del corredor.
Dice el periódico que mueren las plagas y renacen los virus,
alojándose en sus huéspedes de forma aleatoria.
La cuesta de enero ha llegado como llega siempre.
