Poema 185: Déjà vu

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No has visto nada, solo eres un aroma de luz

en un desierto calcáreo.

 

El blanco de tu vida amenaza los ojos

de otros viandantes.

 

Caminas con el paso fuerte del que posee salud,

solo renqueas en la intimidad de la noche.

 

Una luna aún espeluznante, amarilla profunda

hacedora de sombras, es cómplice del viento.

 

Sopla sobre el decorado, mas tú sostienes inmóvil

la pose de la artista desnuda en su kimono.

 

Las velas no proporcionan ya sombras dinámicas,

penumbra y goce.

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Poema 184: Llueven flores de otoño

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Apenas existe el aire que respiras,

apenas las nubes dibujan formas

en el cielo o muestran su belleza,

apenas percibes el frescor de la mañana.

 

Vagamente recuerdas la pertinaz sequía

de hace justo un año,

o la visita a la playa de hace dos semanas

embebido en fórmulas y compromisos.

 

Podría acabarse el mundo hoy,

podrían cesar tus privilegios:

tus hijos caminando contigo

o esos besos infantiles de felicidad.

 

La lluvia que tanto esperas

llevará asociado un decaer del ánimo,

una falta espeluznante de luz,

el regreso de monstruos que crees olvidados.

 

Todo es provisional, tu sonrisa también,

el libro que postergas o la música

que has proyectado escuchar;

también el poema que no vas a escribir.

 

El aroma de un jardín que no es tuyo

te embelesa, perturba todos tus recuerdos,

excita tus deseos hasta límites insospechados,

llueven flores de otoño durante unos minutos.

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Poema 183: Te hundes

Te hundesIMG_20150918_085857

Te hundes en hemiciclos imaginados,

levantas pólvora tropical,

hay uvas que desatan nostalgia,

flores y semillas llegadas desde la infancia.

 

Hay nubes en el ocaso veraniego

que ya has fotografiado,

nudos en el cielo, en forma de globos aerostáticos.

 

Estás solo y lo disfrutas de forma inexplicable,

abres un libro y lees en voz alta

y las metáforas van liberando otros nudos

de tu mente pacata sometida a algunas normas.

 

Libertad para el uso del espacio,

el campo de juego se duplica, triplica, quintuplica.

 

Eres un ser ojival que apuntala techos invisibles

y deja pasar la luz.

 

Te hundes, pero tu experiencia te serena:

dormir y escuchar a Monteverdi,

un cierto aseo y la caricia del agua,

la tormenta en toda su belleza

apenas permanece unas decenas de miles de segundos.

 

Has educado la luz íntima

para que estimule tus neuronas creativas,

abres y cierras sinapsis de una forma no del todo aleatoria.

 

Ahí hay un poema sorpresivo,

elíptico y sanador de conciencias.

 

El cristal te atraviesa sin daño aparente,

solo cicatrices emocionales que a nadie preocupan.

 

No eres héroe, ni mártir. Sobrevives,

dejas tu pequeña huella en el paisaje lunar de tus genes:

ladrillo de Lego con forma extraña.

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Poema 182: Ausencias mentales

Ausencias mentalesIMG_20180825_212126

En los actos y no en las palabras,

en la búsqueda y quizás también en el despiste,

en los días anodinos y en los momentos inspirados,

en las largas esperas y en el ajetreo embobado

de las tareas rutinarias:

ahí está tu forma de ser innata,

la chispa que alumbra tus andanzas.

 

Te puedes quedar embobado mirando la luna,

la nube rojiza que oculta el sol antes del ocaso,

la suspensión en el viento de una rapaz,

el sonido de las olas sobre las rocas desgastadas.

 

No reaccionas o no eres capaz de ir más allá

de la simpleza enormemente bella de la naturaleza.

 

Caminas sin rumbo, dudas, consultas tu base de datos mental,

eres un ausente en esa acera fea y recóndita,

nadie te alcanza con su mirada inquisitiva,

no hay poder que te devuelva la cordura.

 

No eres ya tú, eres tu sombra o tu carcasa.

 

Ninguna vida te hará sonreír como lo hiciste en esta,

ningún mago te desvelará sus trucos,

ningún niño se parará a tu lado y te mirará para cruzar la calle.

 

El reflejo de un salto inesperado,

pasar la noche a la sombra de la luna llena,

recibir el relente del amanecer

embobado en los brazos amigos, muerto de sueño.

Esa luna y ese sol del amanecer no son tuyos ya,

Has compartido la propiedad con miles de millones

de semejantes tan distintos, tan llenos de su propia vida.

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