Poema 178: Cincuenta

Cincuenta IMG_0734

El aprendiz de poeta se acerca a los cincuenta,

abre una hoja en blanco,

igual de escéptico que hace diez años

por unas cosas o por otras.

 

Durante unos meses ha dejado de mirar:

el árbol ya no es un árbol sagrado,

solo es verde, quizás pelado en su cénit,

el río es un río asolado de verano de color vulgar.

 

De todo hace ya muchos años:

del tiempo de las bicicletas o de una libertad

que no existía, que ahora fabrica en su mente

y evoca como si fuera real y tangible.

 

Ha dejado de leer poesía inteligente,

versos en los que atisbar soluciones vitales;

picotea aquí y allá en busca de ideas

escribe o imita, desafía el vacío con palabras.

 

Cuando mira atrás encuentra vivencias,

se justifica con miles de recuerdos y fotos,

centenares de páginas escritas,

el bagaje de una vida de altibajos.

 

Algunas vías no han sido aún exploradas,

muchos libros esperan a ser leídos,

cientos de películas que le gustaría ver

y otras que aún no han sido rodadas.

 

Los cincuenta es una edad meridiano:

se oscila en distintas latitudes manteniendo la longitud,

no hay excusas para lo que no se ha hecho,

ni justificaciones reales de los errores cometidos.

 

A veces el aprendiz de poeta se pasea satisfecho

de su pequeña obra o del vórtice vital que ha ocupado:

entonces, desearía desaparecer o renunciar,

mas la belleza vital le sirve de ancla y permanencia.

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Poema 177: La Torre del Puerco

La Torre del Puerco IMG_20160725_220931.jpg
Todo el mundo conoce la Torre del Puerco,
algunos dioses copularon aquí;
la vista desde arriba es un infinito arenal
bañado por un Atlántico irritable.

Cuando los dioses eran jóvenes,
llegaban en bicicleta a bañarse
en las largas tardes de primavera
hasta que agotados brindaban un cigarrillo
al enorme y anaranjado sol poniente.

Se divisan manchas oscuras en el agua,
deben ser surferos esperando su ola,
si fueran inmigrantes, nadie iría a socorrerlos
interrumpiendo sus merecidas vacaciones.

La metafísica del veraneante crea nubes
de ideas y proyectos;
afortunadamente la brisa despeja el cielo
y las mentes vagan vacías chapoteando en la orilla.

Los cuerpos no son atléticos,
el bienestar destroza hábitos y costumbres,
algunos corren con la referencia de la torre,
los más miran a los niños afanados en sus castillos.IMG_20180717_130412

 

Poema 176: El cielo fractal

El cielo fractalCaptura de pantalla 2018-07-13 a las 21.54.45

El cielo tiene el porte de un fractal,

las nubes simulan el contorno del mar del Norte,

unos caballeros ancianos se juegan a las cartas

yacer con la mujer de Lot,

aún dulce.

 

Si una mujer hubiera escrito la historia,

habría una diosa justa,

no furibunda, llena de testosterona,

Lot no sería una estatua por su curiosidad natural,

atributo ya sempiterno de los hombres.

 

El puzle celeste bien podría montarse de otro modo,

sin dominación, ni uso, ni servidumbre por la guerra,

el lenguaje para designar la compleja estructura

sería más rico e inclusivo,

Mandelbrot de contornos afilados,

conceptos sutiles adaptados a la voz de la divinidad.

 

¿Qué dimensión alcanza el fractal celeste?

¿Cuántas brujas quemadas en la hoguera?

 

El trabajo de la igualdad a posteriori es casi infinito.

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