Poema 10: Cuerdas de guitarra

        Cuerdas de guitarraIMG_20141122_211243

Cuerdas de guitarra sobre unos labios,

un dios de aire musical, oboe, laúd,

una mujer sigue el ritmo de unos palillos

golpeados sobre un banco del parque amarillo.


El oro suena como una cuchilla que rasga el aire,

viejo, sonido enmarcado en moldura bizantina,

bandoneón polvoriento, desgastado por el roce,

tango de celos, tango de amor, tango de castigo.


Tango de macho suficiente, contrabajo, castigo

de una mujer enamorada,

falaz melodía, baile, lunfardo, seducción,

poder femenino sobre el pobre alarde.


Cruje la mirada varonil,

desarbolada por cierta sinuosidad,

se detiene la tarde en el parque amarillo;

ella continúa y él se retuerce agónico.


Poema 9: Conductores

    Conductores???????????????????????????????

Ambos conductores se divisan a lo lejos,

se enciende la sonrisa en sus caras,

los dos pisan la línea central de la carretera, aceleran.


Se enfilan las miradas en la distancia,

cada uno cree ver la sonrisa malévola,

el rostro divertido del rival desconocido.


Adrenalina disparada, diapasón, filtro mental,

equilibrio inexacto de vidas impares,

nervios, terror, una imagen mental de hierros retorcidos.



El juego es teóricamente innecesario,

mas resulta forzoso en la rutina anodina de sus vidas,

dosis medida de violencia, juego y temple.


Nadie sabe nada de esta diversión macabra,

si algún día impactasen,¿ quién imaginaría la causa última?,

el desorden en una vida ordenada.


Aceleran y el mundo está a sus pies, dioses,

seres superiores, preparados para una muerte heroica,

se esquivarán en el último instante de respiración contenida.

Poema 8: Miedo

   Miedo???????????????????????????????

Dentro del coche te crees a salvo;

has levantado la cabeza un instante

del libro que estabas leyendo;

no lo has visto, mas

has percibido el movimiento.


Tu instinto te hace bloquear las puertas

mirar por todos los espejos;

en medio del pinar sólo hay sombras,

el movimiento suave de la brisa

en las secas plantas aromáticas.


Sabes que estos pinos enormes

suelen ulular con el viento,

aguzas el oído: nada, un relé del coche

o un moscardón que impacta

con la masa negra de la carrocería.


Por tu mente cruzan imágenes

a una velocidad desmesurada,

sombras, fantasmas, espíritus,

animales salvajes, quizás cazadores

que pueden erróneamente dispararte.


Dudas de los ángulos muertos,

te sobrepones, destierras ideas

poco probables, irracionales;

quizás ha sido un pájaro, o un conejo,

no debes estar allí y ese es tu miedo.


Has perdido unos minutos preciosos

escuchando al picapinos,

evaluando posibilidades razonables,

sólo la fortuna del meteorito

te dejará salir de allí con vida.

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Poema 7: La magia

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La magia

La magia ha hecho su efecto:

todas las fauces han engullido la poción amarga,

fuerza de la colectividad, enardecimiento.


La quijada del coyote descarnada, danza

alrededor del fuego, salta sobre las ascuas:

miríadas de chispas invaden el pequeño firmamento.


Los tambores se han detenido un instante

los cánticos aún resuenan en mis tímpanos;

el sonido mozartiano de un móvil perturba el trance.


Todas las miradas convergen en el transgresor;

dos fornidos ayudantes levantan el cuerpo liviano

extraen el teléfono y siguen el protocolo establecido.


La maza gigante, trasunto de martillo ceremonial

destroza el aparato colocado sobre un tocón de pino

con un golpe seco y certero que excita a la masa.


Trabajo me va a costar mantener la integridad física

del impostor: cada cual porta sólo la piel ceremonial

el mínimo atuendo necesario para la sugestión animal.


Tras la danza, el cántico rítmico y la apoteosis,

hombres y mujeres se adentran en las tiendas cónicas;

aún subidos en mi nube, copularán de forma primigenia.


Soy el espíritu de todos, maestro de voluntades conjuntas,

en mi elección privilegiada encuentro unos ojos diferentes,

una fuerza sobresaliente o una voracidad desmesurada.

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Poema 6: La decadencia es un paraguas azul

La decadencia es un paraguas azulIMG_20141113_170626

La decadencia es un paraguas azul,

el caminar alegre al lado de las hojas de plátano,

la lluvia fina que empapa el alma hasta nuevo aviso.


Un chalet a medio construir, escondido tras el abeto,

una ruina de otros tiempos, un oráculo de heroína,

una voz grave que sobresale entre el pitido de una transpaleta.


Acción-reacción, bóveda gris, el olor de la lluvia,

todos los colores reunidos en la desintegración del moral,

un niño pisa las hojas ocres con sus botas arcoíris.


Sobre la mesa el sostén rojo asoma en una revista,

encaje perfectamente oculto, retoque, maquillaje,

una promesa de felicidad en la armonía de un rostro.


Arrecia la lluvia, voy despertando, mi instinto

me avisa de la hora límite, veloz carrera en tacones,

sonrío y el mundo es un cuadro impresionista.

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Poema 5: Anarquía poética

Anarquía poéticaidioma-japones-letra-a

Barco,

luz,

vela,

contraste,

alondra,

mi rostro.


Poesía dual,

estado de ánimo,

noticias horrendas,

fuerza vital,

clarinete en la noche,

sonrisas amorosas.


Elijo un jersey verde,

enarbolo una mueca apropiada,

cambio la mirada rutinaria.


Dibujas una letra japonesa,

sobre un fondo blanco,

un trazo rojo y enérgico.


Ni el pájaro de la mañana,

ni la luna diurna entre nubes,

ni los charcos soleados,

nada te serena.


El barco, la luz, la vela, el contraste, la alondra, mi rostro,

un fluir espontáneo, una anarquía en la que dibujo

un rostro, una comunión, una certeza.

Poema 4: Noviembre

                 

  IMG_20141107_081429                     Noviembre

Cada día es un espectáculo diferente,

una emulsión de color, de brisa, de lluvia,

una oleada de emociones verticales,

divinidad humana, excelencia, vida.


Cada día, – cómputo gregoriano, cadena

de segundos que se desangran -,

es la suma perfecta de instantes de íntima

alegría, la resta de valles de cansancio pesimista.


Cada día tiene su propia sustancia y no se repite,

emblema blasonado, diáspora de ideas,

un punto luminoso en un inesperado escorzo,

una lágrima desgajada de la emoción madre.


Cada día me obliga a situar una cifra en el color

violeta del noveno mes romano, setas,

la pluralidad multiforme del bosque habitado,

botas fuertes sobre las ramas crujientes.


Cada día alzo el cuello hacia el viento frío de

la madrugada para aprehender por los sentidos

los restos de la luz nocturna, los sonidos urbanos,

la olfativa podredumbre de hojas, ramas y rocíos.

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Poema 3: El deseo en la piedra

IMG_20140315_191603El deseo en la piedra

Luz, filtro de alabastro, frío.

Una columna central todo sustenta.

Restos polícromos antiquísimos.

Banalidad turística veloz.

Hubo sínodos, coronaciones.

Mantos de piel barrieron el suelo.

En la oscuridad del tiempo una doncella dejó de serlo.

Exangüe, un moribundo alcanzó la paz.

Corretean los niños entre los sepulcros.

Varias restauraciones, todo es mentira.

Capiteles didácticos, las bestias ya no copulan.

Puedes escuchar voces armoniosas y gritos.

Insignificante en medio de tantas calaveras.

No puedo apartar mis ojos de ella, educada y hermosa.

El vaho se desprende de mi boca y asciende en volutas.

¡Qué idioma, qué interés, qué inquietud!

Las espadas rozarían el suelo, marca del territorio.

Bodas, bautizos, comuniones, millones de fotos.

Algo liviano, frente a la reciedumbre primaria, arcos, elevación.

Su acompañante todo lo escruta y fotografía.

Pantocrátor sobre espigas o flores, geometría originaria.

La luz de un espléndido crepúsculo de invierno se filtra por el pórtico oeste.

En una minúscula nave absidal me ha inmovilizado entre su antebrazo y el muro.

Se escucha el murmullo monocorde del guía.

Me ha besado con urgencia, consciente del riesgo múltiple.

Bajo las lápidas del suelo yacen huesos de nobles secundarios.

Aún inmovilizado; ha despegado sus labios de los míos y me ha mirado ígnea.

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Poema 2: Sustancia poética

                       Sustancia poética

El poema que uno lee es ineludible unas vecesRolla de Henri Gervex

a la sustancia y consideración del autor,

otras a las dudas escondidas en recovecos

inescrutables de nuestro cerebro tan imperfecto.


Una luz de mañana me transporta al lecho

en el que se intuye la tragedia futura:

el amor furioso que uno imagina en la noche,

captado por el pincel de Henri Gervex.


Rolla dirige su última mirada a su amante,

alter ego de su amor imposible Marie:

uno puede contemplar la historia, ignorante

del poema de Musset, de la ruina y la muerte contiguas.


Blancas sábanas, cuerpo blanco y lampiño,

cálido amanecer bajo dosel recargado,

toda la fuerza desnuda, la carne, la noche,

la juventud gozada hasta el último instante.


No hay juego de miradas, eso lo anula

la prostitución subyacente, el lujo romántico

terminará con un veneno y una muerte

en la apoteosis posible de este brillo decadente.


El poeta se sube a la escena y la interioriza,

valora conceptos y posibilidades, sin caer en tópicos

absurdos, en voces escuchadas cientos de veces,

mas capitula ante el peso de la muerte.


Algo reacciona sin embargo en su mente,

la nube de amor o el deseo concupiscente,

su propia experiencia de comunión profunda:

ahora una sonrisa aflora en su rostro tras la coda.

Enlace al poema de Alfred de Musset

Poema 1: Un solo de trompeta

Duero en Tudela

Un solo de trompeta

Un solo de trompeta rasga la noche,

puede oírse a kilómetros,

es un lamento diáfano.


El agua turbia del río,

transporta las notas,

embruja mis ojos en la corriente.


De mi interior sale un suspiro:

juventud y futuro,

dudas, sensibilidad inexpresable.


Minuciosamente, el músico,

guarda su trompeta en el estuche

sube a su coche azul y se va.


Han pasado más de veinte años,

recuerdo el agudo dolor en el pecho,

y la felicidad de ese instante.