Cuerdas de guitarra sobre unos labios,
un dios de aire musical, oboe, laúd,
una mujer sigue el ritmo de unos palillos
golpeados sobre un banco del parque amarillo.
El oro suena como una cuchilla que rasga el aire,
viejo, sonido enmarcado en moldura bizantina,
bandoneón polvoriento, desgastado por el roce,
tango de celos, tango de amor, tango de castigo.
Tango de macho suficiente, contrabajo, castigo
de una mujer enamorada,
falaz melodía, baile, lunfardo, seducción,
poder femenino sobre el pobre alarde.
Cruje la mirada varonil,
desarbolada por cierta sinuosidad,
se detiene la tarde en el parque amarillo;
ella continúa y él se retuerce agónico.














