Poema 677: El Sexo en Tiempos del Románico

El Sexo en Tiempos del Románico

Hay una pequeña expectación en la espera,

rostros amables, algunos conocidos,

una sorpresa mayúscula, una ilusión

una cumbre de maravilla en la vida fugaz.

Durante eternos minutos el hombre uniformado

ejerce su pequeña tiranía en el acceso

ajeno al trasfondo de potencia argumentativa

del Sexo en Tiempos del Románico.

Fluye la luz y la palabra de la autora-divulvadora

esa voz tan reconocible y ya doméstica:

–¿estará nerviosa? –, susurras intrigada

mientras comienza el diálogo cómplice.

Isabel proyecta diapositivas explícitas

funde la piedra con la ostentación de la estirpe,

derriba sesgo a sesgo la toxicidad masculina

con la complicidad erudita de su interlocutora.

–Mansplaining de libro–, dices mientras habla y habla

el hombre que en realidad no quería preguntar nada.

La autora responde con paciencia infinita:

ha desgranado pruebas fehacientes,

ideas permeables a todo tiempo histórico,

fuentes, documentos, una realidad oculta,

vulvas resucitadas tras su paso por el reino vegetal,

y un torbellino de referencias eruditas

en la dificultad inmensa de cambiar mentalidades.

Poema 624: Murmullos

Murmullos

Sorteo la lluvia en vuelo rodante

sobre calles abandonadas,

apoyo eléctrico inestable e inevitable.

La cita abre un hueco en el espacio-tiempo,

murmullos,

conversación de inteligencia simulada,

conceptos y redes neuronales,

pesos y aleatoriedad

en medio de íntimas anécdotas.

Concatenación azarosa e improductiva

de pensamientos tecnológicos,

la lluvia tan predecible

o el problema resuelto al eliminar los sesgos.

El murciélago con el viento de cara

pedalea evitando las grandes avenidas,

se retrae en su guarida

reposo de ideas, de lecturas antiguas

busca voces divergentes

sestea y tira del hilo finísimo de una provocación.

Los murmullos sobre el intelecto

se han acoplado en una onda formidable:

velocidad de pensamiento, sustancias,

la consciencia del relleno orientado del raciocinio.

Los ojos tan brillantes tenían prisa

habían apurado la intensidad de la tarde

dejando tras de sí un deseo de continuidad

de más palabras, de nuevas ideas armonizadas.