Poema 394: Teatro en Cáparra

Teatro en Cáparra

El sendero está iluminado por cirios en el suelo,

vibran las ruinas bajo la luz del fuego,

intimidad en la sierpe de espectadores,

un río humano que surge del polvo

y camina con expectación hacia el arco tetrápilo.

La magia del teatro convoca risas y aplausos,

incluso la luna llena hoy no ha querido perderse

el alimento del humor teatralizado;

eso la hace ascender e iluminarse cada minuto.

Sobre el histórico sitio romano excavado,

uno se predispone a cualquier enredo, engaño,

diálogo con voz fuerte y autoridad en la dicción:

Plauto ha sido adaptado a una modernidad arcaica.

Los aplausos son el agradecimiento por la risa,

ese don tan escaso y volátil,

el esfuerzo de las actrices y actores disfrazados

por adaptar gestos, palabras, movimiento y acción.

El acoso de los patricios hacia las esclavas

provocan la risa fácil del espectador

sustentada en el travestismo y la banalidad,

en los equívocos sexuales y la belleza,

y en la gracia ebria del esclavo Olimpión.

Aparto la vista unos instantes del escenario

y allí aparecen, alumbradas por el generoso satélite

vestigios de lo que fue un próspero cruce de caminos,

una ciudad ensamblada en una colina al pie del río Ambroz.

Poema 373: Ruinas

Ruinas

Aquella cabaña de adobe que una vez te cautivó

es ahora una ruina,

dentro de poco será un vestigio abandonado

volverá a ser parte de la tierra.

El pozo quedará al descubierto en un rincón,

un residuo de la edad que castiga tu cara,

tus músculos, la velocidad del pensamiento.

Los tiempos de esplendor han pasado,

la fealdad invade los solares descuidados

al igual que los recuerdos.

Los árboles no son iguales, ni las personas

ni tampoco los animales.

Algunas casas mantienen aún la forma

con la que fueron construidas hace cien años.

Entretenido en estas ocupaciones estéticas,

llegan imágenes terribles de la guerra:

cadáveres, destrucción y chatarra,

como si aún ignorásemos que no era un videojuego.

La ruina moral de quien ve su vida comprometida

no atiende a nostalgias y abandonos.

Se detiene el tiempo y entonces surge una melodía

de pájaros que se requiebran y envanecen,

música para el oído tras un silencio atroz e inmarcesible.

El horror son solo imágenes televisadas

que apenas interferirán en tu vida diaria.

Poema 127: Ruinas

Ruinas upload_-1 (8)

Los días son vidas enteras en sí mismas,

podrías recorrer el mundo en tu ordenador,

visitar tal o cual museo, biografía,

imágenes, movimiento, luz, temperatura,

acaso el olor se te sustrae todavía.

 

El viaje aún no es viaje, es ilusión,

incertidumbre ante detalles técnicos,

imaginación, ropa, utensilios,

momentos inconexos sin continuidad:

se puede obviar la fatiga, el sueño, el despertar.

 

Asociarás o recordarás una puesta de sol,

o celebrarás el final de un camino en unas ruinas

antiquísimas, la magia de la Historia,

el encuentro para medir sus fuerzas

sepultados por siglos de supervivencia.

 

Pequeños tótems turísticos, museos,

atracciones y trampas para no iniciados,

esfuerzo por llegar a un lugar sagrado:

serás recibido por el calor real y el polvo,

por el barullo y el desorden y el hormigueo humano.

 

Y sin embargo la abstracción, un instante de duda,

visualizas un discóbolo en torsión, o una venus

gracias a escultores y coleccionistas,

eres un producto de tu cultura turística,

un consumidor de relatos limados y amplificados.

 

Rescatarás de tu olvido cientos de fotografías,

buscarás ángulos y enfoques, la luz,

sombras en las que detenerte a contemplar

el esplendor y la decadencia, las pasiones,

la futilidad de la victoria o de la derrota olímpicas.

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