Poema 669: La mañana de noviembre

La mañana de noviembre

La luz es novembrina y los árboles

tienen ese color decolorado y amarillento

cae agua sin llover, humedad constante

humus en hojas que cubren el césped.

Las aves migratorias están enfermas

también las ponedoras de esos huevos

que son sustento y alegría en los hogares:

serán sacrificadas sin miramientos.

El ánimo se empapa de los colores

filtrados por noticias de portada;

gente gris con rictus en los rostros

camina por aceras degradadas.

La ventana abierta a la calle es un placer

de sonidos, de laboreo jardinero, de caminantes

que acuden a tomar un café para sobrevivir.

El trasiego del congreso ha pasado,

deja posos e hilos, reflexiones vacuas

y otras intensas acerca del aprendizaje.

Quedarán en el recuerdo ciertas ponencias

amplificadas por la luz soriana y el correr matinal

por la ribera de un Duero extensamente poetizado.

Alegría de la compañía y también de esa soledad

buscada y encontrada en medio de la multitud,

de las disertaciones metodológicas o eruditas.

El soplador de hojas irrumpe y rompe

la tranquilidad de la mañana de noviembre.

Poema 289: Debería pasar cada mañana por aquí

Debería pasar cada mañana por aquí

El paseo sobre el río no defrauda nunca,

patos que dejan su estela angular en el agua,

alguna garza sobre las ramas que sobresalen

de árboles muertos y sumergidos,

el color cambiante de la superficie y los verdes ribereños,

la estampa del pueblo centenario asomado al cauce.

Puede que algún viandante te devuelva el saludo

tras pasar la frontera de los acerolos;

puede que observes un corzo despistado

en una lengua de vegetación adosada a la corriente.

El cielo es un reflejo azul de nubes de algodón,

quizás no me dirija a ningún sitio,

solo me detenga a escuchar las campanas de la iglesia,

el toque a muerto en la mañana.

El camino me lleva a la biblioteca,

a un paisaje simple de líneas básicas

dibujado en la pared en tonos pastel,

a la plaza del pincho de tortilla.

Una vez hice de esta ruta un paseo geométrico,

una ruta matemática en la que medir y contemplar,

una reflexión sobre el modo de mirar las cosas simples.

Cada mañana debería pasar por aquí,

es una referencia estética y una forma de contemplar

el mundo que te rodea,

de oler el despertar de la vegetación,

de henchir tus pulmones para afrontar las vicisitudes diarias.

Poema 286: Canto del caminar

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A media luz, tras el ritual del despertar,

atraviesas un pueblo ajetreado en sus huertos,

lindo caminar sin otra intención que el placer

sensorial encerrado en tu caja craneal.

 

Ahí sumas experiencia, intuición, imaginación,

la vida que pasa por delante cada año,

miedo a extraños ruidos del amanecer,

la locura o el olvido que pueden acaecer.

 

Se afana el agricultor en abrir la trampilla

del riego por inundación, ingeniería del surco,

voracidad de la invasión acuática

murmullo de las acequias llenas de vida.

 

Asciendes por pistas y sendas tan diferentes

de las que has conocido en tu  niñez,

de los caminos que hollaron tus antepasados

en la meseta horadada por cuencas fluviales.

 

Te sorprenden las formas abigarradas de los árboles,

la piedra de aspecto fálico que parece coronar el valle,

la luz solar que va abriéndose paso por las gargantas

y torna dorada la penumbra y la oscura masa vegetal.

 

Tus piernas son tu conexión con la naturaleza,

ellas te permiten ver aquello que poca gente ve,

subir y calcular y volver, son tu medio de transporte,

la forma de huir si te acechan varios perros salvajes.

 

Por allí hay un canchal, aquí un manantial, allá

una torrentera que ahora baja seca y descarnada,

un pilón lleno de agua te muestra el ganado que no ves,

huellas, boñigas, silbos, cencerros, el todo habitado.

 

Decides regresar sin acercarte siquiera a las cumbres,

deben seguir siendo inaccesibles para ti,

son la ilusión por cumplir, el proyecto de tu madurez,

la medida creciente de esperanza y futuro.

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Poema 215: La Mambla

La MamblaIMG_20190411_083040

El placer enorme de la subida matinal,

bruma, frescor, la luz refulge sobre el verde

animado de los campos,

la vasta vista se recrea en el sol tras la lluvia.

 

Hay algo animal y mágico en la ascensión,

una vuelta a los orígenes,

la fuerza de las piernas del cazador

presto a observar a sus presas.

 

Más tarde, la ascensión comunal

es una maravilla,

hay turnos para asomarse a la cima,

comandos que investigan la cueva

bailes, risas y carreras.

 

El día ha cumplido sus expectativas,

el monte mágico acumula seguidores:

aún no hemos perdido el contacto con la tierra,

por más que nuestra mirada atraviese el cosmos

para descubrir un agujero negro.

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