Gatos
La luz a esta hora invita al recogimiento,
aún no hace buen tiempo,
brillan las luces de la ciudad en el río
despiertan soledades olvidadas.
Una docena de gatos posa en el parque infantil
hay pocos transeúntes que los amedrenten
miran embobados esperando su comida
esa que a diario alguien les acerca.
Asomado al balcón del río observo la corriente
una mujer que pasea a su perro me observa
quizás me compadece o me ignora,
tendrá ya sus propios problemas intrínsecos.
Los gatos podrían atacarme si estuvieran hambrientos,
no creo que saliera bien parado del asalto,
mi presencia altera sus posiciones:
se alejan sin alejarse.
La fuerza del río es un imán para la conciencia,
el destello de la luz sobre la pasarela
y las sombras del mermado crepúsculo
estimulan los centros neurálgicos de la belleza.
He recordado al gato tuerto y a otros gatos:
en esa colonia de apacible apariencia
habrá luchas de poder, de vida y sexo,
morrongos descarriados que se asoman
a la oscura corriente del río.
