Poema 653: La casa de mis padres

La casa de mis padres

El regreso a la casa familiar está lleno de placeres:

coger higos directamente de la higuera,

comer un tomate recién cortado de la mata,

darse un baño nocturno en una piscina caliente,

disfrutar de una cena en el patio en medio de la familia.

Cantan los pájaros al abrir la ventana por la mañana,

el colorido es indescriptible: geranios, hortensias,

rosales silvestres o delicadas rosas,

ánforas de tiempos inmemoriales, una damajuana,

y el verde frondoso de setos, árboles y céspedes.

El centro de gravedad territorial es este:

las paredes que ayudaste a restaurar, el diseño

de parterres y huertos, el enjalbegado del recinto,

cavar y cavar para convertir un solar en un vergel.

Leer o escribir en este lugar es otro gozo matinal,

tanto como el cariño y el respeto que se respira

en medio del clan familiar siempre dispuesto a acoger

siempre dispuesto a cohesionar a sus individuos.

Poema 283: Días especiales

Días especiales

Días especiales, sol, verano, amplias vistas,
el recuerdo de una lechuza de caza en la noche anterior,
un baño en la mañana con cierto frescor,
los pájaros que pían en el jardín de las delicias,
todo confluye en la armonía de las esferas.
 
Pedaleo por caminos que he recorrido muchas veces,
siento cada bache y cada rodera,
reconozco uno tras otro los paisajes,
las plantas sembradas en el terruño,
las manchas verdes de los pinares.
 
Conozco el lugar exacto para ver la puesta de sol,
algunos árboles a los que subí de joven,
cada era en la que antaño se aventaba el grano,
casas y personas a las que saludo de forma rutinaria,
lavajos y pequeños manantiales de verdor perimetral.
 
Camino por calles con casas conocidas,
algunas desembocan en la plaza o en la iglesia,
puede que esta noche calurosa de julio
los escasos habitantes saquen sus sillas al fresco,
comenten sus andanzas del día o saluden al paseante.
 
Hay un cine de verano como hace muchos años,
entonces eran comediantes o tal vez artistas de un circo,
cada espectador aporta su silla,
los ruidos de la noche se solapan con la megafonía,
es una vuelta al pasado en tiempos de crisis.
 
El jardín de la casa solariega es un oasis de frescor,
destellos de rosas cuya fragancia no dejas pasar,
un delirio de colores, una suma de manchas armónicas,
la vida aquí es sencilla entre riegos y barbacoas,
es un fluir leve del tiempo interior de cada cual.

Poema 184: Llueven flores de otoño

Llueven flores de otoñoIMG_20180922_201843

Apenas existe el aire que respiras,

apenas las nubes dibujan formas

en el cielo o muestran su belleza,

apenas percibes el frescor de la mañana.

 

Vagamente recuerdas la pertinaz sequía

de hace justo un año,

o la visita a la playa de hace dos semanas

embebido en fórmulas y compromisos.

 

Podría acabarse el mundo hoy,

podrían cesar tus privilegios:

tus hijos caminando contigo

o esos besos infantiles de felicidad.

 

La lluvia que tanto esperas

llevará asociado un decaer del ánimo,

una falta espeluznante de luz,

el regreso de monstruos que crees olvidados.

 

Todo es provisional, tu sonrisa también,

el libro que postergas o la música

que has proyectado escuchar;

también el poema que no vas a escribir.

 

El aroma de un jardín que no es tuyo

te embelesa, perturba todos tus recuerdos,

excita tus deseos hasta límites insospechados,

llueven flores de otoño durante unos minutos.

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