
Ha muerto Simic
A las cinco de la mañana, arriba, el sonido de pies descalzos.
La «Gitana» vidente,
que tiene su tienda en la esquina,
va a mear después de una noche de amor.
Charles Simic, “Hotel Insomnia”
Las horas por delante se agotan
sin productividad, sin hacer nada,
leyendo noticias aquí y allá sin sentido,
cosas que no me importan realmente
pero que me llenan de odio y de rencor,
un mundo sucio en apariencia
contrasta con mis horas de cierta felicidad.
El cielo sucio por cuanto quemamos
o por una borrasca que se anuncia
en gris opaco al cierre de la tarde
alimenta la nostalgia triste
el peso extravagante de la nada.
Detesto a quienes me manipulan
aunque piense que los imbéciles son los otros;
yo mismo manipulo y muestro u oculto
cuanto sirve a mis intereses no confesables.
Un diálogo interrumpido con mi inspiración
me deja aún más inútil y embarrado,
encogido capaz de solo mirar al cielo
para atisbar esa luz filtrada llena de belleza
en un contraste que no merezco disfrutar.
Ha muerto Simic y la vida es menos poética,
menos digna, más deprimente;
quizás en la relectura de alguno de sus versos
pueda redimirme esta tarde tan oscura.
