
#Se acabó
Vergüenza y desilusión momentánea,
en las formas, en las ideas y el fondo,
ese que él no ha sido capaz aún de comprender,
testosterona alta de machos enaltecidos,
las formas más burdas de dominación.
–Yo soy un dios y me debéis vuestras ofrendas–
La culpa es de ella que me provocó,
los hechos se han tergiversado de forma idiota,
en mi reinado omnímodo esto es una nimiedad.
El mecanismo de la destitución está en marcha.
La reputación del individuo alcanza el nivel cero
mientras renueva y dispensa prebendas a sus palmeros.
Me agarro mis caprichos, que valen una fortuna,
la que cobro cada mes a razón de dos mil euros diarios.
Si hubiera suerte, arrastraría tras de sí toda la estructura,
la que durante años ha taponado la igualdad
que hoy se filtra entre los dedos en adhesiones.
La inteligencia social dice que esto es un avance,
una catarsis de las masas, una indignación colectiva,
el paradigma de un cambio estructural,
un salto cuántico en la percepción de la desigualdad.
Optimista, no me cabe duda de la conversión masiva,
esa pequeña luz feminista que se enciende y todo se ilumina.
Crece el enojo y aumentan la solidaridad explícita,
mientras se hace visible la cobarde cortedad
de quienes, pudiendo ser faro y guía, guardan silencio.
El fútbol era el último gran reducto del atavismo machista,
va a ser revisado hasta el más recóndito rincón;
ansiamos y esperamos el cambio de las estructuras,
el modelo para niñas y niños,
la ejemplar sanción al patriarcado ignorante,
el triunfo de la igualdad tanto tiempo añorada.


