
Seguimos igual
Preocupados por minucias cotidianas,
sorbiendo la belleza de las imágenes
cual moribundo que inhala oxígeno
incapaces de conciliar deseo y realidad.
¡Sujétame culpa ajena!
Se sortean las semanas con una lectura
o un cúmulo de música e imágenes
impermeables a la felicidad de cada hora
eternos figurantes en el infierno dantesco.
Las palabras, las emociones, la perspectiva
que enfoca en el hecho equivocado
para después nivelar los relatos del pasado.
Solo la inevitabilidad de la muerte
otorga un valor absoluto a las vivencias,
cuatro mil días de escritura nocturna
y una soledad que pesa con el mes húmedo.
Si te reconcilias contigo mismo tendrás la paz
dice el sabio, canta el poeta,
mas los murmullos y las voces mentecatas
provocan espejismos tras las lluvias,
desordenan la lógica esperanza de los tiempos.
–Homo homini lupus–, a través de los siglos,
de nada sirve la abnegación individual
frente a la asociación facinerosa.
La luz disminuye y solo queda purgar
el aventamiento de la inmundicia voceada.
