
Permanecer
En medio de la belleza, de nubes, de jardines,
luces que juguetean al atardecer,
invitado en soledad, silente, permanezco.
Jolgorio tradicional, quizás ancestral,
días en los que aflora el animal interior,
la tendencia oculta de cada cual:
danza, fuerza, resistencia, risa innoble,
permisividad y desorden.
La introversión oculta un vacío vital,
faltan preguntas e intereses comunes,
sobran ideas de otros colonizando mentes,
cortesía y desperdicio fugaz del tiempo.
No he reorganizado aún el consumo
de vivencias vacacionales en mi mente:
baños fluviales, deporte, risa,
campos inusuales o paternidad fraterna,
una sucesión excelente de bellos momentos.
A veces en un descanso necesario de actividad
aparecen vacíos o desiertos, conflictos éticos,
necesidad de conjugar pensamiento y realidad,
la presión social para no alejarte de la ortodoxia,
el reintegro a la corriente colectiva.
La edad es el chivo expiatorio necesario,
falta de personalidad o pereza,
y la búsqueda del relato virtuoso y alegre
surgido de ciertos vacíos vitales indeseados
y de contradicciones de difícil explicación.
Uno barniza las discontinuidades hermosas
con una pátina mental de gran calidad,
resistente a la nostalgia o al recuerdo,
acabado necesario para poder continuar,
para que la permanencia se disfrace de excelencia.


