New age

Nunca vi un cortejo fúnebre en un lugar turístico,
eso se esconde y minimiza.
Y sin embargo por entre los canales de Amsterdam
pasaron seguramente barcazas funerarias.
Ahora los viejos han sido expulsados de la ciudad
con añagazas economicistas
y la promesa de comodidad y de contemplación
de hermosas vacas frisonas,
de kilómetros de invernaderos repletos de tulipanes.
Dice M que encontró a un niño volando una cometa
sobre las tumbas de un cementerio guatemalteco,
una imagen de agencia Magnum,
una declaración cultural
capaz de anular el Lonely Planet que venía usando.
La muerte en Venecia crea una atmósfera decadente
que se suma a los atractivos turísticos de la ciudad
solo en la imaginación del viajero
plagadas las calles, plazas e iglesias de cruceristas
con prisa como yo mismo.
Solo un funeral de estado es imaginable
bajo la sombra de la Torre Eiffel,
o en los alrededores desiertos en estos días pandémicos
de Times Square.
Pero sin duda uno puede encontrar en Youtube un funeral
colmado de boato y majestuosidad en la abadía de Westminster
o en la plaza de San Pedro.
Por las calles de Brujas avanzan los carruajes negros y dorados
en un desfile fúnebre impagable para un turista
afanado en selfies y encuadres imaginativos.
Surge una nueva era de muerte y espectáculo.


