Estados de ánimo

Un individuo es un estado de ánimo.

Jorge Valdano

La luz, el viento, el desorden, una sonrisa al levantarse

predisponen el estado de ánimo del día,

también los rostros que encuentras por el camino.

Nada es más volátil ni menos trabajado:

diríamos que es puro azar y, sin embargo

ahí reside el optimismo, cierta felicidad instantánea

el cúmulo de imágenes mentales que proyectamos

en los demás.

Los procesos estocásticos fluyen con continuidad,

aceleran o deceleran,

expectativas a medio, corto y largo plazo se solapan:

un encuentro, una liberación dopamínica, otras sonrisas,

a veces una noticia, lo cambian todo.

Uno es rehén de su propio rostro en el espejo,

de sus horas de sueño, de la calidad de su comida,

de sus lecturas o la ausencia prolongada y eterna de estas.

Un olor a naturaleza recién regada por la lluvia ansiada

de un otoño cálido y multicolor,

nos devuelve la esperanza y amplifica las vivencias.

Voces desagradables y dañinas emponzoñan las ideas

los prejuicios políticos, la sensación de desastre permanente,

y sin embargo esas voces lejanas radiadas o televisadas

no nos atañen apenas en nuestras vicisitudes diarias.

La esperanza a veces está en los cielos fractales,

en un razonamiento lógico-deductivo elegante,

en esa música que tarareas sin parar mientras te contoneas,

en la maravilla exclusiva de cada día que habitas.

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