Velocidad
La velocidad impide disfrutar del viaje:
atisbo a ver la hoguera,
el cauce marrón del río,
mas ignoro la forma de las nubes
o la silueta de los pinos solitarios,
no veo a los mirlos picoteando el sembrado,
ni los dibujos de los charcos en los caminos.
La pelusa verde de los campos
se convierte en cereal sin apenas darme cuenta,
las tierras altas cambian de color,
la prisa desbarata el placer
de apreciar la intensidad de la luz.
No observo la suciedad en las laderas
del polígono industrial,
ni las naves abandonadas o la casa okupa,
tampoco los tocones aún naranjas
de los pinos cortados en la última poda.
He pasado al lado de los extraterrestres
de mono naranja con luces estroboscópicas,
adelanto a varios camiones cargados
de papel prensado, pesados y volátiles,
veo al grajo que come despojos destripados
levantar su vuelo al acercarme.
La velocidad se confunde con el blues de Norah Jones,
puedo sentir la tensión de mis manos
crispadas en el volante,
y el avance rápido de los minutos en el reloj,
la adrenalina para tomar decisiones rápidas
la levedad del desplazamiento fugaz.
