Voces
Locura transitoria, indistinguible
en medio de la belleza.
Voces onomatopéyicas, agua y más agua,
degradación moral y miedo
interno a tus propios actos.
Voces impostadas de actor
cuando ya apenas hay público,
nubes de desorden,
danza ejecutada ante la cámara
potencia muscular de apariencia sexual,
ritmo y golpeteo, los ojos
concentrados en la vida interior.
Voces exhaladas con apenas ya
un hálito de vida, la barba
no se resiste a crecer en el rostro moribundo,
los ojos no saben donde posarse.
Voces a la deriva, desesperadas
surgen de una niebla marina,
encogen tu corazón,
miedo a los límites
incógnitas de la moral superviviente.
Voces rítmicas, la repetición inane
de una casette,
el aullido degenerado en ronquera.
Voces sedientas de otras voces,
voces nutricias, una inflexión familiar
en medio de la distorsión turbulenta,
conoces e ignoras, el extraño
tan conocido no es tu alter ego,
es una entidad capaz de fantasmas,
es una otredad reptiliana
repleta de fuerza y deseo.
Voces del inframundo en tu sueño,
puertas y puertas que te llaman
por tu nombre, todas terribles
iguales en blancura grisácea.
La voz animal dicta sentencia,
produce una perturbación
en la superficie de la piel,
eriza el vello, contrae todo tu cuerpo.
Voz del averno, voz dramática,
la voz que atrae al suicida,
todos los vicios y todos los pecados
en la voz inflexionada,
en la puerta del cuerpo y del alma.
