
Análisis bélico
Las ventanas dicen vivir
Rafael Cadenas
Hay un bombardeo mediático,
durará días, semanas,
una guerra retransmitida de parte,
según intereses que no son los míos.
La guerra es un ejemplo y una muestra:
eso te puede llegar a pasar,
eres una piltrafa, un polvo cósmico,
el castigo llegará por tierra, mar y aire,
cuando estés divirtiéndote o protegiéndote.
Siempre son, en cada guerra, las mismas víctimas:
mujeres.
Siglo a siglo, guerra a guerra,
el brazo armado del patriarcado ha sido ese,
la demostración de fuerza militar
frente a la resignación impotente de la retaguardia,
sin armas, sin escape.
Si eres mujer y hay una guerra, si ganas pierdes,
si pierdes eres botín de guerra.
Se tardan décadas en desmilitarizar esa ideología.
En medio de acusaciones, entrevistas, filósofos, cómicos,
me asomo a la ventana,
hay vida, hay conversaciones y paseos rutinarios,
hay un perro husmeando.
Los muertos actuales provienen de otras muertes,
de otros castigos, de otras desolaciones,
de una ideología patriarcal, cerril, absoluta,
una vuelta al redil de quien lucha con sutileza,
de quien utiliza la palabra y busca equilibrio.
Las antiguas víctimas oficiales son ahora verdugos,
superioridad moral adquirida tras el sufrimiento.
Ellas tienen una voz limpia de intereses ocultos;
dice Najat: La primera víctima es la compasión.
Yo la escucho con toda atención, el relato es el trofeo.
Pasados seis días Najat el Hachmi tenía razón,
la batalla principal es el relato, la empatía, la opinión,
esa que ha impedido, de momento, la invasión.
Relato, nombre, logo, marca,
después, el olvido mediático, la insignificancia,
el regreso a las ventanas que dicen vivir.
