Vuelve Turner, un bidón ardiendo,
el sacrificio de la luz tamizada, bordón
que surge de las tinieblas y te reclama,
voz encinta, sensual, monocorde.
Atraviesas la barrera psicológica
de tu timidez, accedes al virtual mundo
neblinoso e incógnito de tu fantasía,
el reino de lo posible, de lo deseable.
Ella te espera, te desordena,
prolonga tu deseo, lo moldea,
súcubo de formas sibilinas,
envés de tu lujuria desmedida.
Practicas un ritual de sensualidad,
en libre asociación de inventiva abstrusa,
veleidad divino tesoro, otrora nefando,
hoy encumbrado cabalgas colosal.
Un fornicio de brumas y leyendas,
placer de etiología incógnita,
accesible en la unicidad decembrina,
salmodia monótona, voz de arúspice.
Regresas del mundo sensual, ahíto,
extraes con sumo cuidado tu cuerpo
del color amarillento del óleo magistral,
frotas tus manos frías sobre el fuego.
Eres el mismo ser, transformado
por el conocimiento supino de la diosa
desterrada por su femineidad aventurada,
voz, faro y guía del universo mundo.

