Poema 313: Inexpresivos rostros

Inexpresivos rostros

Los rostros se vuelven inexpresivos

se apagan al acercarse el toque de queda,

el amor que estaba en el aire

ha quedado suspendido en el ocaso.

Casi todo el mundo camina envuelto

en su mascarilla de diseño,

un disfraz y una protección mental leve

ante el desorden neuronal pandémico.

Los homínidos se dispersan en todas direcciones

caminantes, buscadores, deportistas,

un hormiguear en un terrario,

todos poseedores de la verdad suprema.

Se multiplican los jugadores virtuales,

afloran los tramposos en pos de las vacunas,

otros disfrutan de bajas laborales

o se ponen en cuarentena por contacto estrecho.

Todo el mundo ve series al destajo

quizás sin la necesaria introspección,

una idea del mundo expandida al milímetro

por guionistas creadores de opinión.

Los cuerpos se acostumbran a la soledad

del entorno familiar,

a la propia burbuja sostenida in extremis

por una efímera esperanza de futuro.

El carnaval luce espléndido, los ojos fijos

en días iguales a los anteriores,

la mísera muerte aleatoria en lontananza,

las bocas carnosas no muerden la manzana.