
La Pascua en Torrecilla
Un ritual mariano en Torrecilla de la Orden,
como en tantos pueblos de Castilla.
Qué maravilla levantarse una mañana de primavera,
pedalear durante quince minutos
y bajar por el Regato del Artillero
contemplando ambas orillas del río Guareña.
Ha pasado Pentecostés, un hito en el calendario
un ritual de la vida cristiana, una tradición,
una celebración remota que nadie recuerda.
Toda la vida dirán los nonagenarios del lugar,
y, sin embargo, alguien compró, renovó, vistió,
estableció una primera fecha original.
Una guerra o una pandemia interrumpirían los ritos,
el culto, el baile popular y esa música.
¿Quién la compuso?
Dulzaina y tambor dicen de nuevo los ancianos:
Timoteo y Valeriano, o fueron quizás otros nombres.
Cada época ha dejado su impronta en la pradera
Kioscos, almuerzos, una barra de bar con cañizos,
la casa de la ermitaña acondicionada, un coro,
hombres que portan las andas y mujeres que bailan:
un anacronismo machista del que cuesta prescindir.
Todo finaliza en una Salve mística a capela,
una despedida y un trance fugaz y popular
con la Virgen vigilante hasta el final de la cosecha.
