
Saudade
La saudade la proporciona el clima atlántico,
un cierto agotamiento ante la resistencia,
quizás los referentes románticos literarios
o la belleza que se diluye lentamente en el mar.
Cuando se apodera de un espíritu lo anega;
intentas sacudírtela con música o literatura,
impregnado de ella te vuelves solitario y recóndito
mas se retroalimenta de la propia belleza artística.
En otras latitudes amanece con otros nombres,
deja también rastros artísticos muy emotivos
aunque no tiene el arraigo portugués:
quizás sea la sonoridad del idioma
o la historia lusa o el abolengo poético.
El año de la muerte de Ricardo Reis
es la cumbre literaria más cercana al epicentro:
conoce a todos sus ascendientes, les rinde homenaje,
también a Antero de Quental que se inmoló en esta isla.
San Miguel es un lugar bellísimo y cambiante,
próspero e incipientemente turístico,
una isla en la que la meditación te anega
como la lluvia fina que inesperadamente te empapa.
La saudade puede aturdirte y zombificarte,
puede rozarte y transportarte a goces sublimes
a un estado del alma en carne viva
cercano a una divinidad limitada y condicionada.




