
Humanos
Los platillos volantes se han adueñado del cielo
que parece sujeto por unas grúas de obra,
tiempos descreídos y lunáticos
en los que hay cristales rotos y naves abandonadas.
Ciclón, terremoto, desastre o miseria simple,
cualquier circunstancia desarraigó a aquella pareja
cuyo refugio es una primera planta enorme
en la nave enorme y esquinada, antes buque insignia.
Entra frío por los vidrios abatidos por las piedras,
el humo los delataría.
Se apañan con los desechos de la sociedad
desechos ellos mismos, excluidos por enfermos,
inmigrantes, inadaptados o visionarios.
Han colmado su capacidad de susto y acumulan
el desprecio de las voluntades humanas tan amplio,
eso les ayuda a sobrevivir, el rencor enorme y justo,
la rabia contra los privilegiados inútiles,
afortunadamente mortales como ellos.
Son los auténticos descendientes de las tribus nómadas,
los que quizás puedan dar continuidad a estos Sapiens
como ya lo hicieron en otras crisis silenciadas,
bombas individuales cargadas de razón.
Migrarán en verano para ver el mar,
quizás esta nave será ocupada por otros sin techo
gente sin voz y sin rastro, animales sin puerta
con más humanidad que las envolturas plásticas
y los cosméticos que rellenan los huecos de la especie.
