Poema 456: El desnudo en el río

El desnudo en el río

Posan desnudos en comunión natural

como yo lo haría en su lugar.

Luces que reverberan en sus pieles blancas,

el sol a trompicones se filtra entre las hojas,

sombra de nubes

un viento cálido sube por el cañón del río.

La fuerza del número y la comunidad,

deseo de pertenencia al agua,

a la piedra de la que absorben calor y energía,

músculos, rostros animados, beldad,

un cuadro posible de Sorolla.

Paso de largo, envidioso, cambio de registro,

familia, equilibrio, respeto,

la permanencia divina entre el agua y las nubes,

exposición e integración,

el tiempo en el que disfruté en soledad

horas antes, vidas distintas.

Soy yo desnudo, consciente de la edad

de mi cuerpo aún resistente,

agasajado por el frescor matinal

de las aguas puras de la montaña.

Todas las sensaciones, la libertad,

los sentidos alerta, deseo, luz, aire,

belleza y contrastes.

El agua está fría cual manantial de montaña:

lucen los cuerpos satisfechos

en contraste profundo con las rocas,

mientras la corriente, cantarina,

enmascara sensaciones sociales:

pudor, vergüenza, desnudez

y hace aflorar empoderamiento y valor,

el orgullo de integrarse en la naturaleza.

Poema 14: Sorolla, un cuadro y nueve estudios

Sorolla, un cuadro y nueve estudioscolón

Pasó el tiempo, del sueño, de la levitación

con apariencia de andar ligero

sobre calles mojadas por la lluvia,

limpias por primera vez de sí mismas.


Homenaje al trazo prolífico,

nueve estudios para un Colón aristocrático,

el dinero compra los despojos

de una guerra humillante.Nueva York Sorolla


Un tiempo vital escaso para el amor,

Central Park, un coche capta su atención

desde la ventana del Savoy.


Técnica, amante, edad despiadada

en la vanguardia de los tiempos,

perlas fulgentes, generosos escotes, luz blanquecina

un armiño se ajusta al cuerpo Real.


Me señalas un desnudo muy hermoso,

cuerpo de mujer, enfoque sensual,

de nuevo el deseo hecho materia, denso.


Los niños bañistas me gustan menos

que la hermosa muchacha que sale del agua

tapada de inmediato por un manto blanco.


Se ha bañado con un vestido de fino tul

que el agua ha ceñido a su pecho

y le deja un hombro al descubierto.


Varios cuadros se superponen en mi mente,

mas el apuesto Colón se enseñorea con su firme

porte junto al farol: ¡qué técnica, qué dobleces

de la túnica, qué mirada hacia el infinito!


La piel se me eriza por la comprensión

del movimiento en las diez escenas,

círculos concéntricos de aproximación

de búsqueda laboriosa de la perfección alcanzada.


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