
El desnudo en el río
Posan desnudos en comunión natural
como yo lo haría en su lugar.
Luces que reverberan en sus pieles blancas,
el sol a trompicones se filtra entre las hojas,
sombra de nubes
un viento cálido sube por el cañón del río.
La fuerza del número y la comunidad,
deseo de pertenencia al agua,
a la piedra de la que absorben calor y energía,
músculos, rostros animados, beldad,
un cuadro posible de Sorolla.
Paso de largo, envidioso, cambio de registro,
familia, equilibrio, respeto,
la permanencia divina entre el agua y las nubes,
exposición e integración,
el tiempo en el que disfruté en soledad
horas antes, vidas distintas.
Soy yo desnudo, consciente de la edad
de mi cuerpo aún resistente,
agasajado por el frescor matinal
de las aguas puras de la montaña.
Todas las sensaciones, la libertad,
los sentidos alerta, deseo, luz, aire,
belleza y contrastes.
El agua está fría cual manantial de montaña:
lucen los cuerpos satisfechos
en contraste profundo con las rocas,
mientras la corriente, cantarina,
enmascara sensaciones sociales:
pudor, vergüenza, desnudez
y hace aflorar empoderamiento y valor,
el orgullo de integrarse en la naturaleza.
