Poema 502: El día Pi

El día Pi

El día Pi pasó inadvertido

salvo para un grupo de frikis diletantes.

Las matemáticas no son tan importantes

en el desconocimiento general del mundo,

un ente incomprendido, lleno de símbolos

y de misterios indescifrables.

Alguien mostró una camiseta con un dibujo espiral

de múltiples e incontables cifras decimales;

otra persona propuso buscar su fecha de nacimiento

entre la secuencia infinita de guarismos.

¿Para qué sirve este número tan abierto?

¿Será solución de una ecuación con coeficientes enteros?

La luz brilló en los ojos del adolescente:

–Pi es la esencia de la circunferencia–, dijo,

como si fuera un pitagórico de hace veinte siglos.

–No es para cualquiera esa belleza–, observé,

ni las trabajadas fórmulas que aceleran su cálculo,

una construcción humana excelsa

para esta constante que parece permanecer

desde el origen explosivo de los tiempos.

La coincidencia con los idus de marzo

y las resonancias con el asesinato juliano

abrieron los ojos en la oscuridad algebraica

de cuantos lo escuchaban.

Poema 209: Orugas

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Hoy soñé con procesionarias,

me desperté en el día Pi,

una espiral de orugas

convergía en un cúmulo de arena;

antes de enterrarse

dibujaban la letra griega.

 

En mi sueño, la rueda de la bicicleta

destripaba una procesión de lepidópteros;

la hembra guía, confundida, enrollaba

toda la comitiva para defenderse.

 

La abubilla escarbaba con su pico en la arena

extraía una crisálida crujiente

que digería sin dificultad.

Los decimales de Pi se metamorfoseaban

en pelos urticantes

flotaban en el ambiente y se fijaban en la piel

rosada de los imberbes agresores de larvas.

 

El sueño terminaba con un fundido en verde,

el color larvario de la fila india,

el del líquido irritante tras el aplastamiento,

una liberación natural de esperanza.

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Poema 111: El día Pi

   

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Infinitos decimales,

¿dónde cabe eso?

¿Qué engendro es este?


Acostumbrado a los irracionales,

al concepto de infinito,

no a imaginármelo

ni a profundizar

en la conexión con mis sentidos,

desangro gota a gota

una suma interminable.


Pi es la circunferencia,

es la forma redondeada,

la belleza de lo inabarcable,

el número trascendente

que imposibilita la cuadratura

del círculo con regla y compás.


Uno puede encontrar la secuencia

de su fecha de nacimiento,

o el número de su teléfono móvil

entre los decimales conocidos de Pi,

¿diez billones?


La campana de Gauss

encierra su raíz;

lo he experimentado

con agujas de Buffon

o métodos de Montecarlo,

mas no soy un experto en su cálculo.


Tengo anécdotas prístinas

y conozco los decimales suficientes

para los cálculos más simples,

he visto y comprendido la irracionalidad

y la trascendencia del número,

aprendo ahora que la letra

no fue consensuada hasta Leonard Euler.


Hoy es el día Pi,

fanáticos del mundo veneran

la fuente inabarcable de incógnitas

que este número genera:

¿son equiprobables los dígitos decimales?

Mañana habrá más conocimiento.

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