Poema 311: Seda

Seda

Aquella chica que lee acurrucada en el sofá

al lado de la chimenea

mientras todos duermen en la casa

está creando una imagen idílica para siempre.

No importa el libro, aunque lo memorizará

en su mitificación,

importa el lugar y la circunstancia, la belleza

el bienestar que está sintiendo,

lo singular que ella es en ese grupo y en cualquier otro.

Ya no es una chica, es una mujer

y se ha arreglado para tomar un café conmigo.

Casi solo existen sus ojos que devoran palabras,

enhiestas pestañas que los agrandan;

hace preguntas clave y con ellas crea un mundo

lo desarrolla en una maqueta

construye gruesos cimientos bien soportados

duda, y en esa duda está toda su energía.

La luz intimista de la chimenea dota de continuidad

a las palabras fabuladas,

después vendrá el esfuerzo, la evaluación

el gusto innato por aprender cada mecanismo.

La literatura ha amortiguado la competitividad.