Seda

Aquella chica que lee acurrucada en el sofá
al lado de la chimenea
mientras todos duermen en la casa
está creando una imagen idílica para siempre.
No importa el libro, aunque lo memorizará
en su mitificación,
importa el lugar y la circunstancia, la belleza
el bienestar que está sintiendo,
lo singular que ella es en ese grupo y en cualquier otro.
Ya no es una chica, es una mujer
y se ha arreglado para tomar un café conmigo.
Casi solo existen sus ojos que devoran palabras,
enhiestas pestañas que los agrandan;
hace preguntas clave y con ellas crea un mundo
lo desarrolla en una maqueta
construye gruesos cimientos bien soportados
duda, y en esa duda está toda su energía.
La luz intimista de la chimenea dota de continuidad
a las palabras fabuladas,
después vendrá el esfuerzo, la evaluación
el gusto innato por aprender cada mecanismo.
La literatura ha amortiguado la competitividad.
