
Calles desiertas
La luz,
la luz de las farolas barrocas,
minimiza el paseo,
tiñe de sepia con brillo
el sonido monocorde de mis pasos
entre la piedra edificada centenaria.
El laberinto de calles defensivas
protege la almendra central,
–vulva, vésica piscis–
Iglesia, blasones, fortaleza.
Asoma la luna por entre las calles
medievalizadas, desiertas.
El verano bullicioso de restaurantes
contrasta con la soledad decembrina,
bares cerrados, postigos atrancados,
cual camino del destierro.
Hay belleza en los encuadres,
en esa escasa luz que capta la cámara.
Soy un pequeño mortal que camina seguro
por calles testigo de ejecuciones y revueltas.
Las notas del piano traspasan los muros
y me reciben alegres al final de mi paseo.
