Poema 581: Calles desiertas

Calles desiertas

La luz,

la luz de las farolas barrocas,

minimiza el paseo,

tiñe de sepia con brillo

el sonido monocorde de mis pasos

entre la piedra edificada centenaria.

El laberinto de calles defensivas

protege la almendra central,

vulva, vésica piscis

Iglesia, blasones, fortaleza.

Asoma la luna por entre las calles

medievalizadas, desiertas.

El verano bullicioso de restaurantes

contrasta con la soledad decembrina,

bares cerrados, postigos atrancados,

cual camino del destierro.

Hay belleza en los encuadres,

en esa escasa luz que capta la cámara.

Soy un pequeño mortal que camina seguro

por calles testigo de ejecuciones y revueltas.

Las notas del piano traspasan los muros

y me reciben alegres al final de mi paseo.

Poema 211: Hotel Kastro

Hotel Kastrohotel kastro 2_3 (1)

En el hotel Kastro viví unas semanas;

en aquellos días parecía estudiar

ecuaciones controlables con un parámetro,

mientras leía unas Flores de Cunqueiro.

 

Al atardecer musitaba frases en la soledad

de la fortaleza veneciana

acariciada por las olas.

Melancolía.

 

Aún no lo sabía pero aquellas palabras

eran poemas no escritos,

era el perfil rocoso de las montañas de Creta,

la luz del Mediterráneo

el peso solemne de la Historia en mi cráneo.

 

Vivía en un cuarto modesto con ducha,

frente a la habitación compartida

de mis amigas francesas:

Dominique, Florence, Pascale,

bellas y utópicas en su lengua natal.

 

El palacio de Knossos distaba una línea de bus,

la magia del trono,

los delfines en frescos, las salas en pie,

el minotauro poderoso de inusitada potencia

me hacían soñar con viajes futuros.

 

No he vuelto a la isla,

ni a la vida de aquellas chicas francesas

con las que no supe ligar;

el hotel me despidió en la salida del ferry

mientras la fortaleza refulgía por el sol.

hotel kastro 2_5