
El árbol al lado de la iglesia
El árbol al lado de la iglesia tiene más años
que la persona más longeva del pueblo:
mi bisabuelo dijo que cuando él nació ya existía.
Hay más árboles así en el camino a la ermita;
quizás alguna bala o cuchillo se alojó en su tronco
en días remotos que ya nadie recuerda.
Las injusticias se han silenciado y olvidado,
también el frío, el hambre y el miedo.
Alguien que camina muere de frío
y ese hecho ahora parece ciencia ficción
mas existió y lo narran sus descendientes.
En la casa del ermitaño habitaba una mujer;
se obvian todas las circunstancias
como en los telediarios de cada día.
Sobre los lugares que habitas hubo sangre derramada,
espíritus silentes o juguetones,
un soplo de viento desordena las ramas
o acompaña el vuelo gregario de una bandada de palomas.
Consulto un almanaque de mil novecientos quince,
está impoluto, sin anotaciones,
el santoral expandido al lado derecho.
Navidad cayó en sábado como este año.
Casi todos los asuntos se diluyen en el tiempo,
mueren sin ser narrados o fijados
son los árboles testigos mudos de la ignominia
y también del heroísmo anónimo.
La tarea del escritor es rellenar los huecos
adivinar las pulsiones terribles de la mente humana.
