
Días de calma
Mis hijos están disfrutando de vacaciones
lejos de sus padres,
un pequeño vacío y mucha comodidad
en estos días de gran carga laboral.
A veces me alejo de la mirada poética
otros días enfoco en ciertos problemas matemáticos,
una novela leída en sus tres cuartas partes,
el asunto de un libro melancólico sobre el trance
o los patrones musicales de Arvo Pärt.
La vida es también estos momentos no estelares,
los intersticios entre eventos planificados
de gran resonancia mental y alto prestigio,
el paseo en bicicleta bajo el calor que ignoro.
Cuando nada pasa, al fin llega a mi mente
la óptima solución que oscilaba incierta,
el anhelo oculto, los recuerdos más rutilantes
de este año veinticuatro que hemos mediado.
Sentarme en un banco a leer o conversar
es un placer que se fija en la memoria,
el sólido afianzar de los momentos despreocupados,
la mitificación de los días en calma.
