
Baco homenajeado
Hordas de jóvenes disparando vino,
carritos robados en varios hipermercados,
homenaje a un Baco posmoderno
empapado de decibelios en lata de un diyey.
El horror ulterior era esto:
calles pegajosas, salpicadas de morapio
voces alcoholizadas, imitación de peñas,
desmadre diurno colectivo incomprensible a mi edad.
Un dron sobrevuela el desorden, la basura
sobre la que decenas de limpiadores se afanan,
una herida en el corazón de la ciudad festiva
reparada por cirujanos uniformados de verde intenso.
Catarsis, locura de unas horas, inmundicia,
espectadores asqueados en la luna menguante,
absorbidos por el lujo del emporio textil recién inaugurado.
La fiesta continúa y es exaltada y aclamada:
bandas de machos jóvenes se dispersan en los aledaños
recién comienza la fiesta.
Los dioses del despilfarro y la estupidez bailan en el averno
la Fiesta Pagana del Mago de Oz
gourmets exquisitos de los solos de guitarra y batería.
La luna volverá a crecer cuando el esperpento haya terminado.
