Poema 667: The Wind

The Wind

Mucha expectación y el paraguas SEMINCI,

afuera llueve y el público es diferente.

La orquesta se comprime sin apenas vientos,

mucha percusión y cuerdas graves,

un piano de continuidad.

El espectador se debate entre la imagen,

–poderosa, nítida, casi centenaria–

y el sonido cronografiado de la música:

vuela el segundero digital del director

con máxima concentración orquestal.

El viento y la arena angustian al público

lo introducen paulatinamente en la cabaña,

y no lo abandonan hasta el éxtasis final.

En el baile palmean los percusionistas,

alegran la precariedad social de los colonos:

suciedad total y resiliencia.

La tensión presexual tras la boda es magnífica,

también las elipsis más desagradables:

el nuevo lenguaje narrativo fílmico

había alcanzado la cumbre del cine mudo.

Arte y antropología, veracidad y música,

una fusión sublime y magnífica del pensamiento,

una elevación del espíritu pionero,

inspiración poética total en la amalgama de los sentidos.