Vampiresas
Las ruedas del BMW deportivo pesan más que yo;
dentro dos vampiresas afinan sus móviles,
ambas tienen los labios finos y afilados,
y el pelo melifluo y ondulado oculta sus orejas.
Se aprestan a salir del lujo confortable,
asaltarán al primer incauto que pillen
antes de hacer una ruta en círculos concéntricos
alrededor del centro comercial.
Están pálidas y delgadas, apenas sonríen,
durante la noche huyeron de sus cuerpos
en pos de orgasmos inhumanos
con individuos hemodonantes.
Poseen una belleza diurna decadente,
un magnetismo animal de uñas puntiagudas,
de labios rojos y rímel de pestañas enhiestas
y cuerpos esqueléticos candentes.
Su voz sintetizada hace ondular sus pechos
bajo camisas entalladas de rayas verticales;
se aferran a su agenda color burdeos,
y a un bolso en el que guardan todos sus secretos.
